1. El Espíritu de la Sabiduría es todo bondad y no se muestra inaccesible para los que lo invocan, pues con frecuencia, antes de que se le llame responde: "Aquí estoy". Escuchad por eso lo que gracias a vuestra oración se digna manifestaros a traves de mí, con relación a lo que ayer diferimos para este sermón y recoged el fruto sazonado de vuestra plegaria. Os mostraré, pues, cuál es el nombre que se compara razonablemente con el bálsamo y por qué razones.
Muchos son los apelativos del Esposo que podéis encontrar diseminados por toda la Escritura divina: yo los reduciré a dos. Pues creo que no hallaréis ninguno que, en mi opinión, a la gracia de su bondad o al poder de su majestad. Lo dice también el Espíritu por medio de su portavoz más familiar: "Dos cosas he escuchado: que Dios tiene el poder y tú, Señor, la gracia". Por eso, mirando a su majestad se nos dice: Su nombre es sagrado y temible. Y considerando su bondad: "No tenemos los hombres otro nombre bajo el cielo al que recurrir para salvarnos". Pero lo veremos más claro con algunos ejemplos.
"Lo llamarán con el nombre del Señor-justicia nuestra". Este es un título de poder. Otro apelativo: "Y le pondrá por nombre: Dios-con-nosotros", que insinúa bondad. El mismo asume estos dos nombres, cuando dice: "Vosotros me llamáis Maestro y Señor". El primero se refiere a su gracia y el segundo a su majestad. Pues no se requiere menor bondad para comunicar sabiduría al alma como alimento al cuerpo. En otro lugar dice el Profeta: Y su nombre es: Admirable, Consejero, Dios, Guerrero, Padre perpetuo, Príncipe de la paz. El primero, tercero y cuarto indican su majestad y los demás su bondad.
¿Cuál de ellos es el que perfuma? Los nombres que expresan majestad y poder se mezclan como por transfusión con los que indican bondad y gracia, y su fragancia la exhala copiosamente nuestro Salvador, Jesús, Cristo. Así, por ejemplo, ¿no se clarifica y suaviza el nombre "Dios", al añadirle el de "Dios con nosotros" o "Emmanuel"? Y el de "Admirable" se funde con el de "Consejero"; los de "Dios" y "Guerrero" con los de "Padre perpetuo" y "Príncipe de la paz"; el de "Señor-justicia-nuestra" con el de "Señor piadoso y clemente". No estoy diciendo nada nuevo. Ya antaño se transformó el nombre de "Abram" en "Abraham" y el de "Saray" en "Sara". Encontramos allí un misterio que ensalzaba y prefiguraba la fusión del nombre que iba a salvarnos.
2. ¿Dónde queda aquella terrible y estruendosa voz que tantas veces escucharon los antiguos: Yo soy el Señor, yo soy el Señor? Ahora me enseñan una oración que comienza con el dulce nombre de "Padre", y me da la confianza de que conseguiré las demás peticiones que prosiguen. A los siervos se les llama amigos y la resurrección no se anuncia a los discípulos, sino a los hermanos.
II. COMO Y POR QUE EL NOMBRE FRAGANTE DEL ESPOSO ES JESÚS, CRISTO
Y lo comprendo. Porque cumplido el plazo se consumó la fusión del nombre. Dios, fiel a la promesa profética de Joel, derramó su Espíritu sobre toda carne, y como puedes leerlo, ya se había realizado desde antiguo entre los hebreos. Supongo que ya adivináis lo que quiero decir. Y si no, ¿ cuál fue la primera respuesta que recibió Moisés cuando preguntó quién le hablaba? Yo soy el que soy. Posteriormente añadió: El que es me ha enviado a vosotros. Yo no sé si el mismo Moisés la habría entendido, si no hubiera recibido alguna transfusión del nombre. Pero se extendió ese nombre y lo entendió. No sólo se extendió: hubo una efusión del mismo, pues ya había sido infundido. Lo poseían los cielos y lo conocían los ángeles. Ahora se divulgaba al exterior; se entregaba a los hombres lo que sólo se había infundido a los ángeles como algo íntimo. Desde entonces resonaría en toda la tierra con razón: Tu nombre es como bálsamo fragante, si no se hubiera interpuesto la detestable obstinación de un pueblo ingrato. Pues él mismo dice: Yo soy el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob.
3. Apresuraos, naciones, que en vuestras manos esta la salvación. Se ha publicado ya su nombre y cuantos lo involucren se salvarán. El Dios de los ángeles se llama también Dios de los hombres. Derramó el bálsamo sobre Jacob y cayò sobre Israel. Decid a vuestros hermanos: Danos de vuestro bálsamo. Si se niegan, rogad al Señor del bálsamo para que lo extienda sobre vosotros. Insistid: Quita nuestra afrenta. Te suplico que el malvado no insulte a su amada, a la que te has digdano llamar desde los confines de la tierra, tanto más bondadoso cuanto menos lo merecía. ¿No sería bochornoso que un siervo desalmado echase fuera a los invitados por el Señor de la casa? Tú has dicho: Yo soy el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. ¿Y de nadie más?
Derrámalo, derrámalo, abre tu mano y sacia de favores a todo sirviente. Vengan de Oriente y de Occidente a sentarse a la mesa con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de Dios. Vengan, suban todas las tribus de Israel a celebrar su nombre. Entren y tomen asiento en su banquete, rebosantes de alegría y entre sus cantos de júbilo y alabanza sólo resonará un grito en todo lugar: Tu nombre es como bálsamo fragrante.
Doy por seguro que si Andrés y Felipe fuesen los porteros, no seríamos rechazados ninguna de los que pedimos el bálsamo, ninguno de los que pedimos ver a Jesús. Felipe se lo dirá al punto a Andrés; Andrés y Felipe a Jesús. ¿Y Jesús qué dirá? Lo que ya sabemos: Si el grano de trigo cae en tierra y no muere, queda infecundo; en cambio, si muere, da fruto abundante. Por eso Cristo tendrá que morir, resucitará al tercer día y en su nombre se predicará la conversión a todos los pueblos y el perdón de los pecados, comenzando por Jerusalén. Y sólo por este nombre, que es Cristo, miles y miles de creyentes se llamarán cristianos y exclamarán: Tu nombre es como bálsamo fragrante.
4. Me resulta conocido este nombre, porque he leído en Isaías: A sus siervos les dará otro nombre; el que con él sea bendito, bendito será del Dios verdadero, Amén. ¡Bendito nombre que todo lo perfuma! ¿Hasta dónde llega su aroma? Desde el cielo hasta Judá, desde allí se propaga por toda la tierra, y la iglesia proclama en todo el munco: Tu nombre es como bálsamo fragante. Tan fragrante que embriaga con su perfume cielos y tierra y se vierte sobre los infiernos; de modo que ante el nombre de Jesús toda rodilla se dobla en el cielo, en la tierra y en el abismo, y toda lengua proclama: Tu nombre es como bálsamo fragante. Ese nombre es Cristo, es Jesús. Ambos se infundieron en los ángeles, ambos se derramaron sobre los hombres -esos hombres corrompidos en su basura como anamales-para salvar a hombres y animales: así derrochó Dios su misericordia.
¡Un nombre que es tan admirable y tan común! Muy común, sí, pero es salvador. Si no fuese tan común, no se derramaría sobre mí. Si no fuese tan salvador, no me salvaría a mí. Yo llevo ese nombre y soy heredero. Soy cristiano, soy hermano de Cristo. Si vivo lo que soy, soy heredero de Dios, coheredero con Cristo. ¿Os parece extraño que el nombre del Esposo sea tan fragante, si su misma persona es bálsamo? Se vació de sí mismo tomando la condición de siervo. El lo dice: Estoy como agua derramada. Se ha derramado la plenitud de la Divinidad, mientras habitaba corporalmente sobre la tierra, por él hemos recibido esa plenitud todos los que llevamos un cuerpo mortal, y podemos decir embriagados por su fragancia: Tu nombre es como bálsamo fragante. Ahí tenéis a cuál es el nombre fragante, cómo y hasta dónde llega su fragancia.
III. LAS TRES RAZONES DE ESTA COMPARACIÓN DEL BÁLSAMO CON EL NOMBRE DEL ESPOSO, QUE ES JESÚS.
5. ¿Y por qué es bálsamo? Aún no lo he dicho. Comencé a exponerlo en el sermón anterior, pero surgió de improviso algo que juzgué interesante anticiparlo y me entretuve más de lo que pretendía. Creo que se metió por medio la mujer hacendosa, la Sabiduría; se puso a trabajar en la rueca y sus dedos comenzaron a hilar tan hábilmente, que de un poco de lana y lino sacó un hilo larguísimo y tejió una tela capaz de vestir a sus criados con trajes forrados.
Existe sin duda una semejanza entre el bálsamo y el nombre del Esposo; el Espíritu Santo no los comparó en vano. Si vosotros no tenéis otras razonas más válidas, yo pienso que lo hizo porque el bálsamo reune tres cualidades: luce, alimenta y unge. Aviva el fuego, robustece el cuerpo y alivia el dolor; es luz, manjar y medicina. Descubramos ahora estas tres cualidades en el nombre del Esposo: luce cuando es predicado, alimenta cuando se medita, unge y alivia cuando se invoca.
6. ¿De dónde crees que llega la luz tan intensa y veloz de la fe a todo el mundo, sino de la predicación del nombre de Jesús? ¿No nos llamó Dios a su maravilloso resplandor por la luz de este nombre? Iluminados por su luz, que nos hace ver la luz, exclamará Pablo con razón: Antes, sí, erais tinieblas, pero ahora sois luz en el Señor. A este mismo Apóstol se le encargó que diera a conocer este nombre a los paganos y sus reyes, y a los hijos de Israel. Lo llevaba como una antorcha para iluminar la patria, gritando por todas partes: La noche está avanzada, el día se echa encima, abandonemos las actividades de las tinieblas y pertrechémonos para actuar en la luz; comportémonos con decoro como en pleno día. Y mostraba a todos la luz sobre el candelero, anunciando a Jesús por donde pasaba, y a éste crucificado. ¡Cómo brilló esta luz, hiriendo los ojos de cuantos la miraban, cuando salió de la boca de Pedro con el fulgor de un relámpago y robusteció las piernas y los tobillos de un paralítico, hasta quedar iluminados muchos espiritualmente ciegos! ¿No despidió fuego cuando dijo: En el nombre de Jesús, el Nazareno, levántate y anda?
Mas el nombre de Jesús no es sólo luz, también es alimento. ¿No te sientes reconfortado siempre que lo recuerdas? ¿Hay algo que sacie tanto el espíritu del que lo medita? ¿O que pueda reparar tanto las fuerzas perdidas, fortalecer las virtudes, incrementar los hábitos buenos y honestos, fomentar los afectos castos? Todo alimento es desabrido si no se condimenta con este aceite; insípido, si no se sazona con esta sal. Lo Lo que escribas me sabrá a nada, si no encuentro el nombre de Jesús. Si en tus controversias y disertaciones no resuena el nombre de Jesús, nada me dicen. Jesús es miel en la boca, melodía en el oído, júbilo en el corazón.
IV. POR QUÉ EL NOMBRE DE JESÚS ES MEDICINA.
Y tambiés es medicina. ¿Sufre alguno de vosotros? Si penetra Jesús en su corazón y de allí pasa a la boca, inmediatamente clareará la luz de su nombre, y disipándose toda oscuridad, volverá la serenidad. ¿Ha cometido alguien un delito? ¿Corre desesperado tras el lazo de la muerte? Si invoca el nombre de la vida, al punto respirará alientos de vida. ¿Quién se obstinó ante este nombre de salvación en la dureza de su corazón, en la indolencia de su desidia, en el rencor de su alma, en la molicie de su acedia? Si alguna vez se le agotó a alguien la fuente de las lágrimas, ¿no se le arrasaron de repente los ojos y corrió mansamente su llanto al invocar a Jesús? ¿Quién temblaba aterrado ante un peligro y no recobró al instante la confianza, venciendo el miedo cuando recurrió al poder de su nombre? Cuando alguien fluctuaba zarandeado en un mar de dudas, ¿no vio brillar la certeza en cuanto invocó la luz de este nombre? Si pronunció este grito de socorro, ¿le faltaron las fuerzas al que, a punto de desaparecer, se desesperaba en la adversidad?
Estas sson las enfermedades y achaques del alma; pero he aquí su gran remedio. Si necesitas pruebas, te dice: Invócame el día del peligro; yo te libraré y tú me darás gloria. Nada como él reprimirá la violencia de la ira, sosegará la pasión de la soberbia, curará la llaga de la envidia, reducirá el furor de la lujuria, extinguirá el fuego de la sensualidad, apagará la sed de la avaricia, eliminará el prurito de todo apetito vergonzoso.
Cuando pronuncio el nombre de Jesús evoco el recuerdo de un hombre sencillo y humilde, bueno, sobrio, casto, misericordioso, el primero por su rectitud y santidad. Evoco al mismo Dios todopoderoso, que me convierte con su ejemplo y me da fuerzas con su ayuda. Todo esto revive en mí, cuando escucho el nombre de Jesús. De su humanidad extraigo un testimonio de vida para mí; de su poder, fuerzas. Lo primero es un jugo medicinal; lo segundo es como un estímulo al exprimirlo. Y con ambos me preparo una receta que ningún médico puede superarla.
7. Aquí tienes, alma mía, tu catálogo, resumido en la esencia de este nombre, Jesús, salvífico de verdad, que nunca falló en cualquier epidemia. Llévalo siempre en tu corazón. Tenlo siempre a mano, para que todos tus sentimientos y acciones te lleven a Jesús. El precisamente te ha invitado a que procedas así: Grábame como un sello en tu brazo, como un sello en tu corazón. Pero esto lo comentaremos en su día. De momento ya tienes con qué curar tu brazo y tu corazón. Quiero decirte que el nombre de Jesús enderezará tus malas obras y perfeccionará las defectuosas; y controlará tus sentimientos, para que no se adulteren, o para que se orienten cuando se desvíen.
V.ALGUNOS QUE ANTAÑO LLEVARON EL NOMBRE DE JESÚS, PERO VACÍO DE SENTIDO, FUERON COMO EL BASTÓN QUE NO RESUCITÓ AL NIÑO MUERTO.
8. Hubo en Judea otros personajes que se llamaron Jesús, pero ostentaban ese nombre sin contenido. Porque no brillan, no alimentan, no curan. Por eso la Sinagoga está sumida en tinieblas hasta hoy, hambrienta y débil. No se curará ni se saciará hasta que mi Jesús reine en Jacob y hasta los confines del mundo. Entonces volverá por la tarde, hambrienta como los perros y errante por la ciudad. Es cierto que ellos fueron enviados por delante, como el Profeta mandó su bastón para resucitar al niño muerto. Pero no pudieron dar sentido a su nombre: era una palabra vacía. Pusieron el bastón encima del cadáver, pero no recuperó el habla ni los sentidos. Al fin, no dejaba de ser un bastón. Sin embargo, bajó el que lo había enviado e inmediatamente salvó de los pecados a su pueblo, demostrando que él era aquel de quien se decía: ¿Quién es este que hasta perdona pecados? O como él mismo dice de sí mismo: Yo soy el Salvador del pueblo.
Ya habla, ya reacciona; ha mostrado que él no lleva su nombre en vano, como los anteriores. Es evidente que le ha devuelto la vida y se pregona el gran prodigio. Dentro hay vitalidad interior y afuera lo publican los gritos. Primero el dolor, luego el reconocimiento y al final la profesión de fe, son otros tantos signos de la vida: Porque del que está muerto, como de quien no existe, no puedes esperar que manifieste reconocimiento alguno.
Ya vivo, ahora siento; me han despertado tan perfectamente que ha resucitado todo mi ser. ¿Qué es la muerte corporal sino la privación de los sentidos y de la vida? El pecado, que es la muerte del alma, me había privado de la sensibilidad de la compunción y había apagado el grito de mis alabanzas, porque yacía muerto. Vino el que perdona los pecados, me devolvió ambas cosas y dice a mi alma: Yo soy tu Salvador. ¿Cómo no iba a ser vencida la muerte, cuando descendió la Vida? La fe del corazón consigue la rehabilitación y por la profesión exterior de la fe llega la salvación. Ya bosteza el niño, bosteza siete veces y exclama: Siete veces al día te alabaré, Señor. Fijaos en este número siete. Es un número sagrado lleno de misterios. Pero será mejor que dejemos esto para otro sermón. Así nos sentaremos con apetito y descansados en la mesa de tan espléndido banquete, invitados por el esposo de la Iglesia, nuestro Señor, Jesús, Cristo, Dios soberano, bendito por siempre. Amén.
¡Un nombre que es tan admirable y tan común! Muy común, sí, pero es salvador. Si no fuese tan común, no se derramaría sobre mí. Si no fuese tan salvador, no me salvaría a mí. Yo llevo ese nombre y soy heredero. Soy cristiano, soy hermano de Cristo. Si vivo lo que soy, soy heredero de Dios, coheredero con Cristo. ¿Os parece extraño que el nombre del Esposo sea tan fragante, si su misma persona es bálsamo? Se vació de sí mismo tomando la condición de siervo. El lo dice: Estoy como agua derramada. Se ha derramado la plenitud de la Divinidad, mientras habitaba corporalmente sobre la tierra, por él hemos recibido esa plenitud todos los que llevamos un cuerpo mortal, y podemos decir embriagados por su fragancia: Tu nombre es como bálsamo fragante. Ahí tenéis a cuál es el nombre fragante, cómo y hasta dónde llega su fragancia.
III. LAS TRES RAZONES DE ESTA COMPARACIÓN DEL BÁLSAMO CON EL NOMBRE DEL ESPOSO, QUE ES JESÚS.
5. ¿Y por qué es bálsamo? Aún no lo he dicho. Comencé a exponerlo en el sermón anterior, pero surgió de improviso algo que juzgué interesante anticiparlo y me entretuve más de lo que pretendía. Creo que se metió por medio la mujer hacendosa, la Sabiduría; se puso a trabajar en la rueca y sus dedos comenzaron a hilar tan hábilmente, que de un poco de lana y lino sacó un hilo larguísimo y tejió una tela capaz de vestir a sus criados con trajes forrados.
Existe sin duda una semejanza entre el bálsamo y el nombre del Esposo; el Espíritu Santo no los comparó en vano. Si vosotros no tenéis otras razonas más válidas, yo pienso que lo hizo porque el bálsamo reune tres cualidades: luce, alimenta y unge. Aviva el fuego, robustece el cuerpo y alivia el dolor; es luz, manjar y medicina. Descubramos ahora estas tres cualidades en el nombre del Esposo: luce cuando es predicado, alimenta cuando se medita, unge y alivia cuando se invoca.
6. ¿De dónde crees que llega la luz tan intensa y veloz de la fe a todo el mundo, sino de la predicación del nombre de Jesús? ¿No nos llamó Dios a su maravilloso resplandor por la luz de este nombre? Iluminados por su luz, que nos hace ver la luz, exclamará Pablo con razón: Antes, sí, erais tinieblas, pero ahora sois luz en el Señor. A este mismo Apóstol se le encargó que diera a conocer este nombre a los paganos y sus reyes, y a los hijos de Israel. Lo llevaba como una antorcha para iluminar la patria, gritando por todas partes: La noche está avanzada, el día se echa encima, abandonemos las actividades de las tinieblas y pertrechémonos para actuar en la luz; comportémonos con decoro como en pleno día. Y mostraba a todos la luz sobre el candelero, anunciando a Jesús por donde pasaba, y a éste crucificado. ¡Cómo brilló esta luz, hiriendo los ojos de cuantos la miraban, cuando salió de la boca de Pedro con el fulgor de un relámpago y robusteció las piernas y los tobillos de un paralítico, hasta quedar iluminados muchos espiritualmente ciegos! ¿No despidió fuego cuando dijo: En el nombre de Jesús, el Nazareno, levántate y anda?
Mas el nombre de Jesús no es sólo luz, también es alimento. ¿No te sientes reconfortado siempre que lo recuerdas? ¿Hay algo que sacie tanto el espíritu del que lo medita? ¿O que pueda reparar tanto las fuerzas perdidas, fortalecer las virtudes, incrementar los hábitos buenos y honestos, fomentar los afectos castos? Todo alimento es desabrido si no se condimenta con este aceite; insípido, si no se sazona con esta sal. Lo Lo que escribas me sabrá a nada, si no encuentro el nombre de Jesús. Si en tus controversias y disertaciones no resuena el nombre de Jesús, nada me dicen. Jesús es miel en la boca, melodía en el oído, júbilo en el corazón.
IV. POR QUÉ EL NOMBRE DE JESÚS ES MEDICINA.
Y tambiés es medicina. ¿Sufre alguno de vosotros? Si penetra Jesús en su corazón y de allí pasa a la boca, inmediatamente clareará la luz de su nombre, y disipándose toda oscuridad, volverá la serenidad. ¿Ha cometido alguien un delito? ¿Corre desesperado tras el lazo de la muerte? Si invoca el nombre de la vida, al punto respirará alientos de vida. ¿Quién se obstinó ante este nombre de salvación en la dureza de su corazón, en la indolencia de su desidia, en el rencor de su alma, en la molicie de su acedia? Si alguna vez se le agotó a alguien la fuente de las lágrimas, ¿no se le arrasaron de repente los ojos y corrió mansamente su llanto al invocar a Jesús? ¿Quién temblaba aterrado ante un peligro y no recobró al instante la confianza, venciendo el miedo cuando recurrió al poder de su nombre? Cuando alguien fluctuaba zarandeado en un mar de dudas, ¿no vio brillar la certeza en cuanto invocó la luz de este nombre? Si pronunció este grito de socorro, ¿le faltaron las fuerzas al que, a punto de desaparecer, se desesperaba en la adversidad?
Estas sson las enfermedades y achaques del alma; pero he aquí su gran remedio. Si necesitas pruebas, te dice: Invócame el día del peligro; yo te libraré y tú me darás gloria. Nada como él reprimirá la violencia de la ira, sosegará la pasión de la soberbia, curará la llaga de la envidia, reducirá el furor de la lujuria, extinguirá el fuego de la sensualidad, apagará la sed de la avaricia, eliminará el prurito de todo apetito vergonzoso.
Cuando pronuncio el nombre de Jesús evoco el recuerdo de un hombre sencillo y humilde, bueno, sobrio, casto, misericordioso, el primero por su rectitud y santidad. Evoco al mismo Dios todopoderoso, que me convierte con su ejemplo y me da fuerzas con su ayuda. Todo esto revive en mí, cuando escucho el nombre de Jesús. De su humanidad extraigo un testimonio de vida para mí; de su poder, fuerzas. Lo primero es un jugo medicinal; lo segundo es como un estímulo al exprimirlo. Y con ambos me preparo una receta que ningún médico puede superarla.
7. Aquí tienes, alma mía, tu catálogo, resumido en la esencia de este nombre, Jesús, salvífico de verdad, que nunca falló en cualquier epidemia. Llévalo siempre en tu corazón. Tenlo siempre a mano, para que todos tus sentimientos y acciones te lleven a Jesús. El precisamente te ha invitado a que procedas así: Grábame como un sello en tu brazo, como un sello en tu corazón. Pero esto lo comentaremos en su día. De momento ya tienes con qué curar tu brazo y tu corazón. Quiero decirte que el nombre de Jesús enderezará tus malas obras y perfeccionará las defectuosas; y controlará tus sentimientos, para que no se adulteren, o para que se orienten cuando se desvíen.
V.ALGUNOS QUE ANTAÑO LLEVARON EL NOMBRE DE JESÚS, PERO VACÍO DE SENTIDO, FUERON COMO EL BASTÓN QUE NO RESUCITÓ AL NIÑO MUERTO.
8. Hubo en Judea otros personajes que se llamaron Jesús, pero ostentaban ese nombre sin contenido. Porque no brillan, no alimentan, no curan. Por eso la Sinagoga está sumida en tinieblas hasta hoy, hambrienta y débil. No se curará ni se saciará hasta que mi Jesús reine en Jacob y hasta los confines del mundo. Entonces volverá por la tarde, hambrienta como los perros y errante por la ciudad. Es cierto que ellos fueron enviados por delante, como el Profeta mandó su bastón para resucitar al niño muerto. Pero no pudieron dar sentido a su nombre: era una palabra vacía. Pusieron el bastón encima del cadáver, pero no recuperó el habla ni los sentidos. Al fin, no dejaba de ser un bastón. Sin embargo, bajó el que lo había enviado e inmediatamente salvó de los pecados a su pueblo, demostrando que él era aquel de quien se decía: ¿Quién es este que hasta perdona pecados? O como él mismo dice de sí mismo: Yo soy el Salvador del pueblo.
Ya habla, ya reacciona; ha mostrado que él no lleva su nombre en vano, como los anteriores. Es evidente que le ha devuelto la vida y se pregona el gran prodigio. Dentro hay vitalidad interior y afuera lo publican los gritos. Primero el dolor, luego el reconocimiento y al final la profesión de fe, son otros tantos signos de la vida: Porque del que está muerto, como de quien no existe, no puedes esperar que manifieste reconocimiento alguno.
Ya vivo, ahora siento; me han despertado tan perfectamente que ha resucitado todo mi ser. ¿Qué es la muerte corporal sino la privación de los sentidos y de la vida? El pecado, que es la muerte del alma, me había privado de la sensibilidad de la compunción y había apagado el grito de mis alabanzas, porque yacía muerto. Vino el que perdona los pecados, me devolvió ambas cosas y dice a mi alma: Yo soy tu Salvador. ¿Cómo no iba a ser vencida la muerte, cuando descendió la Vida? La fe del corazón consigue la rehabilitación y por la profesión exterior de la fe llega la salvación. Ya bosteza el niño, bosteza siete veces y exclama: Siete veces al día te alabaré, Señor. Fijaos en este número siete. Es un número sagrado lleno de misterios. Pero será mejor que dejemos esto para otro sermón. Así nos sentaremos con apetito y descansados en la mesa de tan espléndido banquete, invitados por el esposo de la Iglesia, nuestro Señor, Jesús, Cristo, Dios soberano, bendito por siempre. Amén.
RESUMEN
El espíritu de nuestro creador acude rápido ante nuestra llamada y responde a diferentes nombres. Unos expresan majestad y poder.Se mezclan con los que indican bondad y gracia. Los cambios en los nombres bíblicos son misteriosos y parecen indicarnos cómo unas cualidades se suman a otras. Llegado un momento histórico difundió su nombre cargado de espíritu y que es como un sagrado perfume. Era preciso la muerte (para que el grano dé fruto) y su nombre se exparciera entre todos los cristianos como un bálsamo fragante. La fragancia de Cristo se desparrama sobre todos los seres vivos y sobre los mismos infiernos. Nos hace coherederos de la salvación. El nombre de Jesús luce cuando es predicado, alimenta cuando se medita, unge y alivia cuando se invoca. El nombre de Jesús es luz y alimento. Lo que se escribe no tiene sabor si no contiene el nombre de Jesús. El nombre de Jesús es la mejor medicina para cualquier adversidad. Debemos llevar siempre, con nosotros, el nombre de Jesús. Nos ayudará a controlar nuestros sentimientos y nuestras obras, a curar nuestro corazón. Jesús es el verdadero soberano que nos libra de la muerte y nos otorga la auténtica vida.
(Sermón XV sobre el Cantar de los Cantares)
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