EL OBJETIVO DE ESTA PÁGINA

Recuperar los Sermones de San Bernardo de Claraval para facilitar su conocimiento y divulgación. Acompañar cada sermón con una fotografía, que lo amenice, y un resumen que haga más fácil la lectura. Intentar que, al final de esta aventura intelectual, tengamos un sermón para cada día del año. Un total de 365 sermones. Evidentemente, cualquier comentario será bienvenido y publicado, salvo que su contenido sea ofensivo o esté fuera del tema.

domingo, 29 de mayo de 2016

LA MISERIA HUMANA


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La comunicación del espíritu


¡Qué grande es nuestra miseria y cuán compleja nuestra indigencia! ¡Necesitamos hasta de las palabras! Lo cual incluye una doble muestra: la realidad normal de necesitarlas para comunicarnos unos con otros, y lo más asombrosa de necesitarlas para con nosotros mismos. Nadie conoce la intimidad del hombre excepto el espíritu del hombre que está dentro de él. Se ha abierto un gran abismo entre nosotros, y sólo por medio de las palabras se puede realizar el intercambio de ccorazones comunicándonos los pensamientos. ¿Quién ignora que las palabras se han inventado para cubrir esta necesidad? 
 Hasta para hablarnos a nosotros mismos necesitamos la palabra. ¿No está sometida sólo a Dios, alma mía? Eso se pregunta el Profeta y añade: De él viene  mi salvación. ¿Y quién no siente la frecuente necesidad  de interpelar su alma, dirigirse a su razón y evocar sus afectos? ¿Quién no necesita a menudo reconciliarse consigo mismo a base de palabras, increparse con amenazas, requerirse con advertencias y apremiarse con acusaciones? Incluso nos conviene acudir al raciocinio para convencernos, y decirnos por ejemplo: De él viene mi salvación. O consolarnos alguna vez con frases como ésta: ¿por qué te acongojas, alma mía; por qué te me turbas? O estimularse a sí mismo  decir: Alaba, alma mía, al  Señor. O amonestarse atentamente de vez en cuando sobare lo que conviene hacer, de este modo: Bendice ,alma  mía, al Señor y no olvides sus beneficios.
 Mi corazón me ha abandonado y necesito hablarme a mi mismo, o más bien hablarme como a un otro. Y esto, de momento con tanta más frecuencia cuanto menos vivo dentro de mi corazón, dentro de mí y unido a mí mismo. Cuando formemos todos juntos el hombre perfecto, tampoco necesitaremos usar la palabra unos con otros. Entonces las lenguas cesarán y será inútil todo intérprete, porqaue el único Mediador suprimirá todas las distancias con el amor, y seremos todos una realidad en aquellos que son verdadera y eternamente uno: Dios Padre y Jesucristo el Señor. 

RESUMEN
 La palabra nos sirve para comunicarnos entre nosotros y también para hacerlo con los demás. Nuestro Espíritu es el que verdaderamente nos conoce y somos tan miserables que necesitamos de la palabra para comunicarnos con nosotros mismos. Algún  día seremos puro espíritu y ni las palabras serán necesarias.
 

domingo, 8 de mayo de 2016

LA ESCUELA DEL AMOR


Estamos en la escuela de Cristo, y en ella recibimos una doble instrucción. Unas cosas nos las enseña directamente el único y verdadero Maestro, y otras a través de sus ministros. Estos nos educan en el temor, aquél en el amor. Por eso, al faltar el vino ordenó llenar de agua las tinajas y aún hoy, cuando escasea el amor, los ministros de Cristo llenan con el agua del temor esas otras tinajas que son las inteligencias. 
 Y está muy bien aplicada el agua como símbolo del temor, porque así como el agua apaga el fuego, también el temor apaga la pasión; y lo mismo que el agua lava las manchas del cuerpo, el temor limpia las del alma. Llenemos, pues, con esta agua las tinajas, es decir, nuestro espíritu, porque quien teme no comete negligencias. Y está realmente lleno el que no admite la más mínima indolencia.
 Pero el agua pesa, es decir, el temor lleva consigo la pena; por ello debemos acercarnos al que convierte el agua en vino, al que cambia el temor del castigo en temor puro, y así podremos escuchar su enseñanza sobre el amor. Vadla aquí: Esto os mando, que os améis unos a otros. Cual si dijera: "Os doy muchas normas a través de mis ministros, pero yo os encomiento ésta de manera especial". Y en otro momento añade: En esto reconocerán todos que sois mis discípulos, si os amáis unos a otros. En consecuencia, amémonos mutuamente y demostraremos que somos discípulos de la Verdad. 
 Este amor nos exige una triple atención, pues Dios es amor. Entreguémonos a él con todo empeño, para que nazca, crezca y se conserve. Nace cuando das de comer o beber al enemigo, porque así amontonarás carbones ardiendo sobre su cabeza. Los carbones ardiendo son las obras de caridad, que se arrojan sobre el diablo, cabecilla de todos los malvados. Y al desaparecer él, Dios, que es amor, nace en ellos como cabeza. 
 Crece cuando atiendes al que sufre necesidad, te ofreces al que te quiere contratar, y te desahogas con tu amigo. Se conserva si consientes al deseo de tus amigos, conversando con ellos o ayudándoles incluso en cosas innecesarias. Y se conserva y aumenta con un rostro amable, una palabra suave, una acción entusiasta. El rotro y las palabras muestran el amor, y lo confirman las obras buenas y llenas de gozo, porque obras son amores. 
RESUMEN
Cristo nos enseña con el amor. El amor es como el vino. Debemos favorecer que nazca, que crezca y se conserve. Nace cuando ayudas incluso a los que son tus enemigos. Crece cuando atiendes al que lo necesita. Se conserva cuando transmitimos amabilidad y entusiasmo. 
Cuando falta el amor, los ministros de Cristo recurren al temor. Es como el milagro de las tinajas donde el agua se mezcla con el vino. Pero ese agua ocasiona pena, aunque limpia las manchas y evita errores.
 Debemos intentar que nuestro amor tenga cada vez mayor proporción de vino y menos de agua.