EL OBJETIVO DE ESTA PÁGINA

Recuperar los Sermones de San Bernardo de Claraval para facilitar su conocimiento y divulgación. Acompañar cada sermón con una fotografía, que lo amenice, y un resumen que haga más fácil la lectura. Intentar que, al final de esta aventura intelectual, tengamos un sermón para cada día del año. Un total de 365 sermones. Evidentemente, cualquier comentario será bienvenido y publicado, salvo que su contenido sea ofensivo o esté fuera del tema.

sábado, 1 de septiembre de 2012

SERMÓN VI CANTAR DE LOS CANTARES: LA SANTIDAD Y MAJESTAD DE DIOS SE MANIFIESTAN EN LA MISERICORDIA Y EL JUICIO




I.1.Para enlazar este sermón con el anterior, ¿recordáis como decíamos que el Espíritu soberano e iluminado no necesita ayuda ni los servicios de un cuerpo para cuanto él quiera o desea  que suceda? Reconozcamos en Dios sin vacilación alguna dos atributos: la inmortalidad y la incorporeidad. Sólo él transciende la universal naturaleza corporal de los espíritus, de modo que no recurre a cuerpo alguno para ninguna obra suya, pues le basta su querer espiritual cuanto decide ejecutar cuanto le plazca. Sólo esa majestad es la única que excluye todo instrumento corporal,  tanto para sí como para otros. Sus obras brotan inmediatamente de su omnipotente y decidida deliberación. Todo lo altivo se doblega ante ella, toda resistencia cede, pero sin intervención o ayuda de ningún otro ser corporal o espiritual. Sin lengua, enseña o o corrige; sin manos, da o recibe; sin pies, corre para socorrer a todo el que perece.
2.Así se comportaba a menudo con los Patriarcas de los primeros tiempos; los hombres recibían sus continuos beneficios, pero su bienfechor se ocultaba. Alcanzaba con vigor de extremo a extremo y gobernaba el universo con acierto, aunque los hombres no lo advertían. Gozaban de los bienes del Señor y desconocían al Señor de todo poder, porque todo lo dirige con infinita moderación. Por él existían, pero no estaban con él. Por él vivían, mas no para él. Por él podían conocer, pero no lo reconocieron a él, por vivir aturdidos, ingratos, insensatos. Por esto llegaron a no referir a su Autor sus propias vidas y su conocimiento, pues todo lo atribuían a la naturaleza o más neciamente aún al azar. Y se arrogaban muchas otras cosas a su propia habilidad o a su poder. ¡Cuánto usurpó para sí el espíritu seductor, cuantas cosas se atribuyeron al sol y a la luna, cuántas las adjudicaron a la tierra y al mar, cuántas se asignaron a los artefactos elaborados por los mortales! Hierbas, arbustos y las semillas más viles e insignificantes recibían el trato de dioses.
3.¡ay! A tal extremo llegó la degradación de los hombres, que cambiaron su gloria por la imagen de un toro que come hierba. Más Dios se compadeció de sus extravíos, se dignó salir del monte sombrío y tenebroso, y puso su tienda al sol. Ofreció carne a los  que saborean la carne, para que aprendieran a gustar el espíritu. Así, en la carne y a través de la carne realizó obras impropias de la carne, porque corresponden a Dios. Imponiéndose a la naturaleza y superando el acaso, demostró que el saber de este mundo es locura y dominó la tiranía de los demonios. Con lo cual dio a conocer claramente que él es el ser que creaba cuanto existía.
 Repito que en la carne y a través de la carne, hizo proezas manifiestas con su poder, reveló la salvación, padeció toda afrenta; y así evidenció que él poderosa pero invisiblemente lo creó todo, lo gobernaba sabiamente y lo cuidada con su bondad. Por fin anuncia la buena nueva a los ingratos, muestra sus signos a los incrédulos y ora por los que le crucifican. ¿No manifestaba así que él junto con su Padre hace salir el sol sobre malos y buenos y manda la lluvia sobre justos e injustos? Lo decía él mismo expresamente: Si yo no hago lo me me encarga mi Padre, no os fiéis de mi.
4.Miradle cómo abre su boca para enseñar a sus discípulos en el monte, el que silenciosamente instruye a los ángeles en el cielo. Miradle cómo el contacto de sus manos cura la lepra, desaparece la ceguera, cura la sordera, suelta la lengua a los mudos, saca de las aguas al que está a punto de perecer, y no hay duda de que es aquel mismo a quien mucho antes había dicho David: Abres tú la mano y sacias de favores a todo viviente. Abres tu mano y se sacian de bienes. Mirad cómo escucha postrada a sus pies la pecadora arrepentida: Tus pecados están perdonados. Así puede advertir que es en persona aquel de quien mucho tiempo atrás se había anunciado: Saldrá el diablo delante de sus pies.
 Y efectivamente, cuando se perdonan los pecados, el diablo sale arrojado del corazón del pecador. Por eso, cuando alguien se arrepiente se dice en general: Ahora es cuando comienza el juicio de este mundo, ahora va a ser echado fuera el jefe de este mundo. Porque Dios perdona el pecado a quien lo confiesa humildemente, y el diablo pierde su poderío en el corazón de esa persona de la que se había apoderado.
5.Finalmente, camina sobre las aguas con sus pies de carne, como ya lo había vaticinado el Salmista, antes de que se revistiera de la carne: Tú te abriste camino por las aguas, un vado por las aguas caudalosas. Es decir: tú pisas los corazones hinchados de los soberbios y reprimes los deseos libertinos de los carnales, porque santificas a los impíos y humillas a los soberbios. Y puesto que lo realiza invisiblemente, el carnal ignora quien lo hace. De ahí que continúe: Y no queda rostro de tus huellas. Por eso dice a su vez el Padre al Hijo: Siéntate a mi derecha y haré de tus enemigos estrado de tus pies, esto es, someteré a tu arbitrio a cuantos te desprecian, bien que se resistan y permanezcan miserables, bien que lo acepten y sean dichosos. Esto lo hace el espíritu y no lo percibe la carne: El hombre animal no capta lo que es del Espíritu de Dios. Por eso fue menester que la pecadora se postrara corporalmente a sus pies y los besara con sus labios para recibir el perdón de los pecados. De esa manera conocieron hasta los carnales aquel cambio de la diestra del Altísimo, por el que maravillosa pero invisiblemente justifica al impío. 
6.Con todo, no puedo dejar de hablaros sobre los pies espirituales de Dios, que debe besar espiritualmente el arrepentido. Conozco vuestra curiosidad, ansiosa sobremanera de saberlo todo. Tampoco podemos pasar por alto a qué pies se refiera la Escritura cuando dice unas veces que está en pie: Adorémosle en el lugar donde se mantuvo en pie; o que anda: Habitaré y andaré con ellos; o que corre: Salta como gigante que se apresura corriendo su camino. Si el Apóstol creyó que la cabeza de Cristo guarda relación con su divinidad, pienso que también podemos considerar con propiedad que sus pies pertenecen a su humanidad: uno representa la misericordia y otro la justicia. 
 Dos palabras que conocéis muy bien y, si recordáis, ambas aparecen en muchos lugares de la Escritura. La carta a los Hebreos nos dice que Dios asumió el pie de la misericordia en la carne a la que se unió, al afirmar que Cristo fue probado en todo igual que nosotros. Excluido el pecado, para alcanzar misericordia. ¿Y el otro pie que representaba al juicio? ¿No dice claramente el mismo Dios y Hombre que ese juicio corresponde también a la naturaleza humana que asumió? El asegura que su Padre le ha dado autoridad para dictar sentencia, porque es el Hijo del hombre. 
7.Con estos dos pies armoniosamente juntos bajo la cabeza unitaria de la divinidad, se dejó ver en el mundo el invisible Emmanuel, nacido de mujer, sometido a la ley, y vivió entre los hombres. Con esos pies pasa ahora haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, pero espiritual e invisiblemente. Con ellos penetra también en los espíritus generosos purificándolos el que escruta los corazones y las almas de los fieles. Se me ocurre ahora si no serán esas las piernas del esposo, que con tantos elogios admira la esposa cuando las compara, si no me engaño, con unas columnas de mármol apoyadas en plintos de oro. Y lo hace con gran acierto: porque en la Sabiduría de Dios que se hizo carne, comparada con el oro, se encuentran la misericordia y la fidelidad. Por eso las sendas del Señor son misericordia y lealtad. 
8.¡Feliz el alma en la que el Señor Jesús fija de una vez estos dos pies! Por estas dos señales podéis discernir quien ha sido agraciado con ese don: el que lleva consigo la marca imborrable de sus divinas huellas, que son el temor y la esperanza. Esta representa la imagen de la misericordia y aquél la del juicio. Con razón aprecia el Señor a sus fieles que le temen y confían en su misericordia: porque el temor del Señor es el principio de la sabiduría y la esperanza su crecimiento; pero su consumación se la reserva el amor. 
 En esta perspectiva no son desdeñables los frutos de este primer beso que se recibe en los pies. Pero procura no privarte ni de lo uno ni de lo otro. Es decir, si ya sientes la compunción por el dolor de los pecados y por el temor del juicio, has impreso tus labios en las huellas de la fidelidad y del juicio. Y si moderas el dolor y el temor contemplando la bondad divina, con la esperanza de conseguir su indulgencia, ten por cierto que has besado también el pie de la misericordia. Por lo demás, no conviene besar únicamente un pie, porque el recuerdo del juicio por sí solo hunde en el abismo de la desesperación y la engañosa lisonja de la misericordia engendra una seguridad pésima. 
9.Alguna vez yo, que soy un desgraciado, he recibido también el don de sentarme a los pies del Señor Jesús y abrazar ora uno, ora otro con toda devoción, según se dignara admitírmelo su bondad. Pero cuando olvidaba su compasión y por el aguijón de la conciencia me detenía algo más en el juicio, enseguida me hundía en un miedo increíble; cercado entre horrores tenebrosos, sólo me atrevía a exclamar temblando de pavor: ¿Quién conoce la vehemencia de tu ira, quién ha sentido el peso de tu cólera?
 Y si me retiraba de ésta para asirme más fuertemente del pie de la misericordia, me sucedía lo contrario: me diluía en una negligente dejadez, hasta encontrarme frío en la oración, perezoso en mis quehaceres, más superficial para reírme, más imprudente para hablar y, en definitiva más inconstante en todo mi comportamiento exterior e interior. Así que aprendiendo de mi maestra la experiencia, te ensalzaré, Señor, no por tu juicio solo, ni por tu misericordia sola, sino a la vez por tu juicio y tu misericordia. Jamás olvidaré tus justísimos decretos; ambas serán mi canción en esta tierra extranjera, hasta que tu misericordia se remonte sobre el juicio, acallando la miseria. Y sólo mi gloria te dará gracias por siempre, libre de toda ansiedad.
RESUMEN
Dios es inmortalidad e incorporeidad. Excluye todo instrumento corporal. Por Él vivían nuestros antepasados pero no lo conocían. Se dedicaban a la idolatría. Apareció en carne para que lo conociéramos. Así expulsa a los demonios, santifica a los impíos y humilla a los soberbios. Como es invisible, el carnal ignora sus maravillas. El hombre animal no capta lo que es el espíritu de Dios. Simbolicamente podemos hablar de los pies espirituales de Dios. Con ellos pisa, anda y corre. Un pié representa la misericordia (con el fue probado igual que nosotros). El otro pié representa la justicia. Es la autoridad para dictar sentencia. Con esos pies hace el bien y cura a los oprimidos por el diablo de forma invisible. Son las piernas del esposo, sendas de misericordia y lealtad. Sus huellas son el temor (principio de la sabiduría) y la esperanza (crecimiento de la sabiduría). Su consumación es el amor. Conviene besar los dos pies para no dejarnos llevar por el temor o por la misericordia. Con el tiempo predominará la misericordia y daremos gracias a Dios por siempre y sin ansiedad.

1 comentario:

  1. LA COLUMNA....de la fe y la razón.
    LA COLUMNA....de la misericordia y la compasión.
    Seguiremos tus huellas....Señor, tus dos maravillosas pisadas.

    ResponderEliminar