EL OBJETIVO DE ESTA PÁGINA

Recuperar los Sermones de San Bernardo de Claraval para facilitar su conocimiento y divulgación. Acompañar cada sermón con una fotografía, que lo amenice, y un resumen que haga más fácil la lectura. Intentar que, al final de esta aventura intelectual, tengamos un sermón para cada día del año. Un total de 365 sermones. Evidentemente, cualquier comentario será bienvenido y publicado, salvo que su contenido sea ofensivo o esté fuera del tema.

miércoles, 18 de diciembre de 2019

LA LECHE Y LA MIEL




  1. Miel y leche debajo de su lengua. Sí, no pueden faltar; porque lo que está en su lengua hiere al oído. Las sentencias del sabio son como aguijones o como clavos bien clavados en el techo. Otros, en cambio, tienen palabras más delicadas que el aceite; pero que el ungüento del impío no perfume mi cabeza. Prefiero que me corrija y me reprenda el justo, porque lo hace con misericordia, antes que ese otro ungüento, lleno de engaño, perfume mi cabeza. Y dice con mucho acierto que las palabras del consejero adulador, o consejero falso, no son suaves, sino delicadas, porque la suavidad que poseen no es auténtica y sólida, sino superficial y postiza. En realidad son puñales. ¿Y qué hay debajo de la lengua? Nos lo dice el profeta: fatiga y dolor.
    Pues todo es miel y leche debajo de la lengua de aquel que, en frase de ese mismo Profeta, finge al decir que es muy costoso cumplir los preceptos. ¿Te asombras de que la verdad finja algo? Puedes asombrarte, pero no es lícito dudarlo. Si necesitas otro testigo, observa en el Evangelio cómo fingió ir más adelante. ¿No puede tratarnos como de hombre a hombre? El conoce nuestra masa: impaciente para el trabajo, incapaz de esperar y muy frágil para ambas cosas. Por eso proveyó en su bondad que que la piedad tenga una promesa para esta vida y para la futura, y no quiso imponer un verdadero sacrificio en la observancia de los preceptos, sino solamente su apariencia. Escucha cómo declara él mismo que el esfuerzo es ficticio: Cargad mi yugo y encontraréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera. ¿No vamos a calificar de ficticio ese esfuerzo, cuando en realidad no existe el trabajo, sino el descanso?
  2. En consecuencia, en su lengua hay esfuerzo y debajo de ella miel. ¿Y qué hay encima de ella? Cosas inefables que el hombre es incapaz de repetir. Qué miserables son los que sólo se fijan en lo que dice su lengua y no perciben lo que está escondido debajo de ella, ni lo que se haya sobre ella! Es un lenguaje insoportable, dicen ellos. Sí, es muy duro; pero no es menos dura la palabra que da vida. Quien no carga con su cruz y se viene detrás de mi, no puede ser discípulo mío. Si uno quiere seguirme y no me prefiere a su padre y a su madre y hasta a sí mismo, no es digno de mi. ¿Se puede decir algo más duro? No te engañes. Parece una piedra, pero es un pan. Su corteza es dura, pero su interior es pura delicia. El Señor tu Dios quiere probarte. Esta apariencia de esfuerzo tiende a ejercitar la fe y examinar el amor.
    Pero admitamos que es una piedra. ¿No crees tu eso mismo que admiten los demonios: Si eres Hijo de Dios ordena que estas piedras se conviertan en panes?Todos sabemos quién dijo esto. Está convencido de que ese hombre a quien acepta como Hijo de Dios, es capaz de convertir las piedras en panes con una sola palabra, es decir, con lo más fácil que existe. Hasta del mismo enemigo podemos aprender. Digamos, pues, nosotros al Hijo de Dios: “Ordena que estas piedras se conviertan en panes”. Porque el que vino a salvar a los hombres y no a los demonios, con la misma arma con que refutó a sus enemigos instruyó a los pequeñuelos. Pues no dijo lo que esperaba el adversario, sino lo que a nosotros nos convenía escuchar, y de ese modo la piedra de aquel no se convertiría en pan, sino la nuestra. No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que procede de la boca de Dios.
  3. ¿Por qué murmuras tú de esto, enemigo de la verdad? Tú mismo reconoces, y no puedes negarlo, que el Hijo de Dios es capaz de decir a las piedras que se conviertan en panes. Si otro me dice, hablando en general, que la palabra de Dios es vida y de ella vive mi espíritu, ¿por qé cuchicheas sobe alguna de ellas y me dices: este lenguaje es insoportable? Cuanto dijo el Hijo de Dios se ha convertido en manjar de vida, y me vienes tú, que no eres Hijo de Dios, con que son piedras? Cuando digas que el pan se ha convertido en piedra, yo jamás te creeré, porque de la manera más arrogante has pretendido ser igual a Dios. Ya que no eres hijo de Dios, es inútil que digas a los panes que se conviertan en piedras. Ni te molestas en darnos tu piedra en vez de pan, un alacrán en lugar de un huevo, o una culebra en vez de un pescado.
    ¡Ay de aquellos que al pan lo llaman piedra y a la piedra pan, que tienen las tinieblas por luz y la luz por tinieblas, y creen que el yugo de Cristo es pesado y que las espinas esconden delicias!Yo no quiro tales delicias y prefiero probar y comprobar qué dulce es el Señor. Hay alquien que intentó experimentarlo – y no en vano- y nos lo recomienda con estas palabras: ¡Qué dulces son a mi paladar tus promesas! ¡Qué bondad tan grande, Señor, escondes para tus fieles!
    ¿Dónde piensa que está escondida? Debajo de la lengua y de su cabeza, pues él mismo nos dice: Su izquierda reposa bajo mi cabeza y con la derecha me abraza. Es cierto que las promesas de ahora están llenas de dulzura y de una inmensa dulzura, una abundancia incalculable y extraordinaria. Pero la plenitud sólo está prometida a la vida futura. Cumpliste, dice el salmista, con los que esperan en ti, a la vista de todos. ¿Qué cumplió? Esta palabra no está en la lengua, sino sobre ella. Por eso ningún oído oyó, ni lengua alguna pronunció lo que Dios tiene reservado para los que le aman. Y esa plenitud no se hará a escondidas, sino a la vista de todos. Y dice con toda exactitud, no que lo cumplirá, sino que ya lo ha realizado con los que confían en él, porque ya estamos salvados por la esperanza.

lunes, 18 de marzo de 2019

LOS NOMBRES DE CRISTO


  1. Se le dará estos nombres: Admirable, Consejero, Dios, Fuerte, Padre perpetuo, Príncipe de la paz. Es admirable en su nacimiento, consejero en su predicación, Dios en sus obras, fuerte en la pasión, Padre perpetuo en la resurrección, y Príncipe de la paz en la bienaventuranza eterna.
    Estos mismos títulos se le pueden aplicar con toda propiedad en la obra de nuestra salvación. Es admirable en la conversión de nuestra voluntad, que es un cambio exclusivo de la diestra del Altísimo. También podemos llamarle consejero en la revelación de su voluntad, cuando nos manifiesta qué deben hacer los conversos. Lo dijo muy bien Pablo recién convertido: Señor, ¿qué quieres que haga?
    Pero los convertidos deben afligirse de los pecados pasados, en cuyo perdón es Dios, porque sólo él puede perdonar los pecados. Por este motivo, cuando nuestro Salvador vivía aquí y perdonaba los pecados, los judíos le acusaban de blasfemo por asumir algo que era exclusivo de Dios. Y en cuarto lugar se le llama fuerte. Como afirma el Apóstol, todo el que se proponga vivir como buen cristiano será perseguido.
  2. Pero ¿quién soportaría esto si el mismo no nos ayudara? Lo dice David: Si el Señor no me hubiera ayudado, ya estaría yo habitando en el silencio. Cuando nos protege en las tribulaciones y rechaza y aparta de nosotros todas las potencias que llenan el aire, ¿qué otro título podemos darle sino el de fuerte? Con razón dice la Escritura: El Señor es fuerte y valeroso, el Señor es el héroe de la guerra. Y como nuestra conversión y toda nuestra vida debe tener una relación directa a Cristo y no entregarnos a ella por intereses temporales, sino con la única esperanza de los bienes futuros, por eso se le llama en quinto lugar Padre del mundo futuro, es decir, Padre que engendra de nuevo nuevos cuerpos.
    Es cierto que todos resucitaremos, pero no todos seremos transformados. Por eso, para distinguir la transformación de los justos de la resurrección de los malvados, se añade a continuación: Príncipe de la paz. Con ella se obtiene la perfección total y quedan saciados todos los deseos. Esa es la paz que canta jubiloso el Salmista: Glorifica al Señor, Jerusalén; alaba a tu Dios, Sión; que ha reforzado los cerrojos de tus puertas y ha bendecido a tus hijos dentro de ti; ha puesto paz en tus fronteras.
    La armonía y la eficacia de estos seis nombres la sintetiza de manera sucinta y elegante el ángel, hablando a José: Y le pondrás el nombre de Jesús. Y añade el motivo de tal nombre: Porque él salvará a su pueblo de los pecados.
    RESUMEN
    Los diferentes nombres de Jesús son: Admirable, Consejero, Dios, Fuerte, Padre perpetuo y Príncipe de la Paz. Cada uno de ellos hace hincapié en un aspecto distinto pero en definitiva el nombre de Jesús es el que nos salvará de los pecados.(Sermón 53).