EL OBJETIVO DE ESTA PÁGINA

Recuperar los Sermones de San Bernardo de Claraval para facilitar su conocimiento y divulgación. Acompañar cada sermón con una fotografía, que lo amenice, y un resumen que haga más fácil la lectura. Intentar que, al final de esta aventura intelectual, tengamos un sermón para cada día del año. Un total de 365 sermones. Evidentemente, cualquier comentario será bienvenido y publicado, salvo que su contenido sea ofensivo o esté fuera del tema.

viernes, 22 de junio de 2012

LA UNIDAD ES MÚLTIPLE Y PROVECHOSA


1. Qué bueno y qué agradable convivir los hermanos unidos! Existe la unidad natural, la carnal, la virtual, la moral, la espiritual, la social, la personal y la principal.
 Hay unidad natural entre el cuerpo y el alma; unidad carnal entre el hombre y la mujer, y de ella se dice que serán dos en una sola carne. La unidad virtual es la que unifica al hombre en sí mismo para que no se disperse en mil asuntos, sino que, a ejemplo del Profeta, pida una sola en el Señor. La unidad moral es la que nos une con el prójimo, y por eso dice el Salmista que Dios hace habitar en su casa a los de idénticas costumbres. La unidad espiritual nos une con Dios, como lo recuerda el Apóstol: Quien se ahiere a Dios se hace un mismo espíritu con él. La unidad social es propia de los ángeles, la personal es exclusiva de Cristo, y la principal o sustancial pertenece a la Trinidad.
2. ¡Qué dulzura y qué delicia! Algunas cosas son buenas y agradables; otras ni buenas ni agradables; algunas son buenas, pero no agradables, y otras son agradables, pero no son buenas. De las buenas y desagradables se pasa a las buenas y agradables. De las agradables y no buenas se pasa a las que no son ni buenas ni agradables. Las buenas y desagradables son la continencia, la paciencia y la disciplina. Las agradables y malas son el placer, la curiosidad y la vanidad. No son buenas ni agradables la envidia, la tristeza y la pereza. Son buenas y agradables la honestidad, la caridad y la pureza.
 Para alcanzar este bien bueno y agradable se precisan la unidad virtual y la moral. La primera se turba con la pusilanimidad y la ligereza. La pusilanimidad hace abandonar el propósito y la ligereza cambiarlo. Y a la unidad moral la turban la obstinación, la suspicacia y la simulación. La obstinación no acoge al prójimo. la suspicacia no le cree y la simulación no se une a él.
 La esperanza de los bienes eternos anula la pusilanimidad, y la obediencia humilde la ligereza. La obstinación se vence con la humildad, y la suspicacia y simulación con la caridad.

RESUMEN

Debemos buscar la unidad del ser. Hay distintos tipos de unidad. Hay que destacar la unidad moral que nos hace unirnos al prójimo y la espiritual que nos une a Dios. Para llegar a este fin hay conductas buenas y malas, agradables y desagradables. Cada una de las no buenas tiene su propio antídoto. Así la obediencia humilde anula la ligereza. La suspicacia se combate con la caridad.

martes, 5 de junio de 2012

DIVISIÓN DE LA DOCTRINA DE LOS TRES LIBROS DE SALOMÓN










SERMÓN I DEL CANTAR DE LOS CANTARES









Sobre el título del libro "Cantar de los Cantares"









I.DIVISIÓN DE LA DOCTRINA DE LOS TRES LIBROS DE SALOMÓN. 1.A vosotros, hermanos, deben exponerse otras cosas que a los mundanos, o al menos de distinta manera. A ellos debe ofrecerles leche y no comida, el que en su magisterio quiera atenerse al modelo del Apóstol. Pero también enseña con su ejemplo a presentar alimentos más sólidos para los espirituales, cuando dice: Hablamos no con el lenguaje del saber humano, sino con el que enseña el Espíritu, explicando temas espirituales a los hombres de espíritu. E igualmente: Con los perfectos exponemos un saber escondido, como pienso que ya sois vosotros sin duda. A no ser que os hayáis entregado en vano durante tanto tiempo a la búsqueda de las cosas espirituales, dominando vuestros sentidos y meditando día y noche la ley de Dios. Abrid la boca no para beber la leche, sino para masticar el pan. Salomón nos ofrece un pan magnífico y muy sabroso por cierto: me refiero al libro titulado el Cantar de los cantares. Si os place, pongámoslo sobre la mesa y partámoslo.



2.Si no me engaño, la gracia de Dios os ha enseñado suficientemente a conocer este mundo y despreciar su vacío mediante la palaba del Libro del Eclesiastés. ¿Y el Libro de los Proverbios? ¿No habéis hallado en él la doctrina necesaria para enmendar e informar vuestra vida y vuestras inclinaciones? Saboreados ya estos dos libros en los que habéis recibido el arca del amigo los panes prestados, acercaos también a tomar este tercer pan, el que mejor sabe.



Hay dos únicos vicios o al menos los más peligrosos que luchan contra el alma: el vano amor al mundo y el excesivo amor de sí mismo. Estos dos libros combaten esa doble peste: uno cercena con el escardillo de la disciplina toda tendencia desordenada y todo exceso de la carne. El otro aclara agudamente con la luz de la razón el engañoso brillo de toda gloria mundana, diferenciándolo certeramente del oro de la verdad.



Es decir, entre todos los afanes mundanos y deseos terrenos, opta por temer a Dios y seguir sus mandatos. Y con toda razón. Porque ese temor es el principio de la verdadera sabiduría; y esa fidelidad, su culminación. Al fin, sabido es que la sabiduría auténtica y consumada consiste en apartarse de todo mal y hacer el bien. Además, nadie puede evitar el mal adecuadamente sin el temor de Dios, ni obrar el bien sin observar los mandamientos.



3.Superados, pues, estos dos vicios con la lectura de ambos libros, nos encontramos ya preparados para asistir a este diálogo sagrado y contemplativo que, por ser fruto de entrambos, sólo puede confiarse a espíritus y oídos muy limpios.