SERMÓN I DEL CANTAR DE LOS CANTARES
Sobre el título del libro "Cantar de los Cantares"
I.DIVISIÓN DE LA DOCTRINA DE LOS TRES LIBROS DE SALOMÓN. 1.A vosotros, hermanos, deben exponerse otras cosas que a los mundanos, o al menos de distinta manera. A ellos debe ofrecerles leche y no comida, el que en su magisterio quiera atenerse al modelo del Apóstol. Pero también enseña con su ejemplo a presentar alimentos más sólidos para los espirituales, cuando dice: Hablamos no con el lenguaje del saber humano, sino con el que enseña el Espíritu, explicando temas espirituales a los hombres de espíritu. E igualmente: Con los perfectos exponemos un saber escondido, como pienso que ya sois vosotros sin duda. A no ser que os hayáis entregado en vano durante tanto tiempo a la búsqueda de las cosas espirituales, dominando vuestros sentidos y meditando día y noche la ley de Dios. Abrid la boca no para beber la leche, sino para masticar el pan. Salomón nos ofrece un pan magnífico y muy sabroso por cierto: me refiero al libro titulado el Cantar de los cantares. Si os place, pongámoslo sobre la mesa y partámoslo.
2.Si no me engaño, la gracia de Dios os ha enseñado suficientemente a conocer este mundo y despreciar su vacío mediante la palaba del Libro del Eclesiastés. ¿Y el Libro de los Proverbios? ¿No habéis hallado en él la doctrina necesaria para enmendar e informar vuestra vida y vuestras inclinaciones? Saboreados ya estos dos libros en los que habéis recibido el arca del amigo los panes prestados, acercaos también a tomar este tercer pan, el que mejor sabe.
Hay dos únicos vicios o al menos los más peligrosos que luchan contra el alma: el vano amor al mundo y el excesivo amor de sí mismo. Estos dos libros combaten esa doble peste: uno cercena con el escardillo de la disciplina toda tendencia desordenada y todo exceso de la carne. El otro aclara agudamente con la luz de la razón el engañoso brillo de toda gloria mundana, diferenciándolo certeramente del oro de la verdad.
Es decir, entre todos los afanes mundanos y deseos terrenos, opta por temer a Dios y seguir sus mandatos. Y con toda razón. Porque ese temor es el principio de la verdadera sabiduría; y esa fidelidad, su culminación. Al fin, sabido es que la sabiduría auténtica y consumada consiste en apartarse de todo mal y hacer el bien. Además, nadie puede evitar el mal adecuadamente sin el temor de Dios, ni obrar el bien sin observar los mandamientos.
3.Superados, pues, estos dos vicios con la lectura de ambos libros, nos encontramos ya preparados para asistir a este diálogo sagrado y contemplativo que, por ser fruto de entrambos, sólo puede confiarse a espíritus y oídos muy limpios.
II.QUIENE DEBEN DEDICARSE A LA LECTURA: De no ser así, si antes no se ha enderezado la carne con el esfuerzo de la ascesis, sometiéndola al espíritu, ni se ha despreciado la ostentación opresiva del mundo, es indigno que el impuro se entrometa en esta lectura santa. Como la luz invade inútilmente los ojos ciegos o cerrados, así el hombre animalizado no percibe lo que compete al espíritu de Dios. Porque el Santo Espíritu de la disciplina rehuye el engaño de toda vida incontinente y nunca tendrá parte con la vaciedad del mundo, porque es el Espíritu de la verdad. ¿Podrán tener algo en común el saber que baja de lo alto y el saber de este mundo que es necedad a los ojos de Dios, o la tendencia a lo terreno, que significa rebeldía contra Dios? Pienso, por eso, que ya no tendrá motivos para murmurar el amigo que esté de paso entre nosotros, cuando haya tomado este tercer pan.
4.Mas, ¿quien lo partirá? Está aquí el dueño de la casa: reconoced al Señor en el partir del pan. ¿Quién más a propósito? No seré yo quien caiga en la osadía de arrogármelo. Dirigíos hacia mí, sí, pero no lo esperéis de mi. Yo soy uno de los que esperan; mendigo como vosotros el pan para mi alma, el alimento de mi espíritu. Pobre e indigente, llamo a la puerta del que abre y nadie cierra, ante el profundísimo misterio de este diálogo. Los ojos de todos están auardando, Señor; los niños piden pan y nadie se los da. Lo esperan todo de tu bondad. Señor, piadoso, parte tu pan al hambriento, si te place, aunque sea con mis manos, pero con tu poder.
III.CUESTIONES SOBRE EL COMIENZO DEL CANTAR DE LOS CANTARES. 5.Indícanos, te suplico, ¿quién dice, a quién y quién se dice: Que me bese con besos de su boca? ¿Qué modelo de exordio es éste, tan sorprendente y repentino, propio más bien de un intermedio? Se expresa de tal manera que parece haber entablado previamente un diálogo con un personaje que pone en escena y que sin más pide un beso. Y si mendiga o exige que le bese ese que no sabemos quién es, ¿por qué pide expresamente que se lo dé con su propia boca, como si todos los que se besan no lo hiciesen con la boca o se valieran de la boca de otro y no de la suya?
Pero tampoco dice: “Que me bese con su boca”, sino algo mucho más insinuante: Con el beso de su boca. Delicioso poema, que se inicia solicitando un beso. Así nos cautiva esta Escritura, sólo con su dulce semblante y nos provoca a que la leamos. Aunque nos cueste trabajo penetrar en sus secretos, con ellos consigue nuestro deleite y que no nos fatigue y que no nos fatigue la dificultad de profundizarlos, si ya nos hechiza con la misma suavidad del lenguaje. ¿A quién no le atraerá fuertemente la atención este prólogo sin prólogo y lo novedoso de este lenguaje en un libro tan antiguo? Concluyamos, pues, que se trata de una obra compuesta no por puro ingenio humano, sino por el arte del Espíritu Santo, de modo que resulta difícil comprenderla, pero es un placer analizarla.
IV.SOBRE EL TÍTULO DEL LIBRO Y LA INTENSIDAD DE LOS CANTERES. 6.¿Y nos olvidaremos del título? De ninguna manera. No desperdiciemos ni un solo acento, pues se nos ha ordenado recoger los pedazos más insignificantes que han sobrado. El título dice así: Comienza el más bello Cantar de los cantares de Salomón. Lo primero que advertirás es el nombre propio de Pacífico, que eso significa Salomón. Muy oportuno para abrir un libro que comienza con esa señal de paz que es un beso. Observa también cómo los invitados a comprender esta escritura que así se inicia, son igualmente los espíritus pacificados: los que se mantienen libres de toda agitación viciosa y de preocupaciones turbulentas.
7.Por último, el título no dice solamente “Cantar” sino Cantar de los cantares. No lo tomes como una nimiedad. Porque yo he encontrado muchos cantares en la Escritura y no recuerdo a ninguno de ellos que se denomine así. Cantaron los israelitas un cantar al Señor por su liberación de la espada y del yugo del Faraón cuando por el doble prodigio del mar los rescató y los vengó portentosamente. Pero si no recuerdo mal, su canto no es designado como Cantar de los cantares. La Escritura lo registra así: Los israelitas cantaron este cántico al Señor. Cantó también Débora, cantó Judit y cantó la madre de Samuel; también cantaron algunos Profetas. Y ningún cántico se llamó Cantar de los cantares.
Por su parte, verás que, si no me equivoco, todos cantaron alguna gracia que recibieron para ellos o para los suyos; por ejemplo, el triunfo de una victoria, la liberación de un peligro, la concesión de algún beneficio deseado. Cantaron muchos, cada uno por motivos diferentes, para no ser ingratos ante los dones de Dios. Ya está escrito: Te bendecirá cuando le concedas beneficios. Pero este rey Salomón, único por su sabiduría, sublime por su gloria, espléndido por su riqueza, protegido con la paz, no necesitó recibir esos favores que le inspirasen su cantar. Ni la Escritura misma parece insinuarlo nunca.
8.Inspirado divinamente cantó las glorias de Cristo y de la Iglesia, el don del amor divino y los misterios de las bodas eternas. Dejó además reflejados los anhelos del alma santa y su espíritu transportado compuso un epitalamio en versos amorosos, pero de carácter simbólico. En realidad, émulo de Moisés, escondía también el rostro, fulgurante como el suyo, porque a la sazón nadie podía contemplar esta gloria a cara descubierta. Yo creo que este poema nupcial se ha intitulado así por su singular excelencia. Con razón se llama expresamente Cantar de los cantares, como se llama Rey de reyes y Señor de señores al destinatario a quien se dirige.
V. CANTIGOS MORALES DE LOS QUE SE CONVIERTEN A DIOS. 9.Vosotros, por lo demás, si apeláis a vuestra experiencia, ¿no cantáis también al mismo Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas en vuestra fe que ha derrotado al mundo, sacándoos de la fosa fatal y de la charca fangosa? Asimismo, cuando afianzó vuestros pies sobre roca y aseguró vuestros pasos, es de creer que subiera a vuestra boca un cántico nuevo, un himno a nuestro Dios, por la vida nueva que os concedió.
Si os perdonó vuestros pecados al arrepentiros y os prometió además premiaros, ¿no exultáis de gozo con la esperanza de los bienes futuros, y cantáis entusiasmados en los caminos del Señor que su gloria es grande? Cuando alguno de vosotros ha hecho luz en algún paso difícil de la Escritura por su oscuridad, al saborear el alimento del pan celestial, ¿no se ha sentido inspirado a cantar un cántico de júbilo y alabanza en el bullicio de la fiesta? En fin, continuamente experimentáis en vosotros la necesidad de renovar cada día vuestros cantos por las victorias que os apuntáis a diario en vuestras batallas y esfuerzos, que nunca cejan para los que viven en Cristo, luchando contra la carne, el mundo y el diablo. Porque la vida del hombre sobre la tierra es una milicia.
Cuantas veces se supera una prueba, se domina un vicio, se aleja un peligro inminente, se descubre el lazo del cazador, se cura de repente y totalmente una pasión vieja e inveterada, o por la gracia de Dios se consigue al fin una virtud afanosamente deseada y mil veces solicitada, ¿no resuena otras tantas, como dice el Profeta, la acción de gracias al son de instrumentos y se le bendice a Dios en sus dones por cada beneficio? De lo contrario, será juzgado como ingrato en el último día, todo el que no haya sido capaz de decir a Dios: Tus leyes eran mi canción en tierra extranjera.
10.Me imagino que ya habéis descubierto en vosotros mismos eso que en el Salterio recibe el nombre de “Cánticos graduales” y no “Cantar de los cantares” pues a medida que avanzáis en la peregrinación que cada cual ha dispuesto en su corazón, entonáis cánticos en alabanza y gloria de quien os anima. De no ser así, yo no veo cómo podría cumplirse este verso del salmo: Escuchad: hay cánticos de victoria en las tiendas de los justos. O aquella recomendación preciosa y tan espiritual de Pablo: Expresaos entre vosotros con salmos y cánticos inspirados, cantando y tocando con toda el alma para el Señor.
VI. SINGULARIDAD DEL CÁNTICO NUPCIAL. 11.Pero hay un cántico que por su singular sublimidad y dulzura supera justificadamente a todos los que hemos mencionado y a cualquier otro: lo llamaría con todo derecho el “Cantar de los cantares”, porque viene a ser el fruto mismo de todos los demás. Se trata de un cantar que sólo puede enseñarlo la unción y sólo puede aprenderlo la experiencia. El que goce de esta experiencia lo identificará enseguida. El que no la tenga, que arda en deseos de poseerla, y no tanto para conocerla como para experimentarla.
No es un sonido de la boca, sino un júbilo del corazón; no es una inflexión de los labios, sino una cascada de gozos; no es una armonía resultante de las voces, sino de las voluntades. No se escucha desde fuera, ni resuena en público. Sólo la escucha el que la canta y aquel a quien se dedica, es decir, el esposo y la esposa. Es simplemente un epitalamio, que canta los abrazos virginales entre los espíritus, la unidad de vidas, el afecto y el amor de la mutua identificación.
12.Finalmente, es incapaz de cantarlo o escucharlo un alma inmadura y aún neófita, recién convertida del mundo; es para un espíritu avanzado ya en su formación que, con la ayuda de Dios ha crecido en sus progresos hasta llegar a la edad perfecta, y por así decirlo, para poder desposarse.
Y hablo de años no como decurso del tiempo; sino como acumulación de méritos. Así está a punto para las bodas celestiales con el esposo, tal como en su debido lugar lo expondremos con la dedicación que se merece.
Ya hemos consumido el tiempo y urge que marchemos al trabajo manual, según lo exige nuestra pobreza y nuestro género de vida. Mañana proseguiremos en nombre del Señor con con lo que decíamos sobre el beso, porque el sermón de hoy lo ha ocupado el título del Cantar.
RESUMEN: descripción del Cantar de los cantares. No es una plegaria para un logro sino un cántico espiritual para almas contemplativas después de superar otras fases, como el inicial temor de Dios. Como un ejemplo, no dice “Que me bese con su boca, sino Con el beso de su boca”.
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