EL OBJETIVO DE ESTA PÁGINA

Recuperar los Sermones de San Bernardo de Claraval para facilitar su conocimiento y divulgación. Acompañar cada sermón con una fotografía, que lo amenice, y un resumen que haga más fácil la lectura. Intentar que, al final de esta aventura intelectual, tengamos un sermón para cada día del año. Un total de 365 sermones. Evidentemente, cualquier comentario será bienvenido y publicado, salvo que su contenido sea ofensivo o esté fuera del tema.

jueves, 13 de febrero de 2014

CUARESMA: SOBRE EL AYUNO



Os ruego,  amantísimos, que recibáis con toda devoción el ayuno de la Cuaresma, pues no sólo es apreciable por la abstinencia, sino mucho más por su misterio. Porque si hasta ahora hemos ayunado devotamente, sin duda debemos ayunar con mas devoción en este santo tiempo. Y aunque se añade algo más al acostumbrado rigor de nuestra abstinencia ¿no sería cosa muy indigna, que fuera oneroso para nosotros, lo que toda la Iglesia con nosotros tolera? Hasta hora ayunábamos nosotros solos hasta la nona: ahora ayunarán hasta la tarde con nosotros juntamente todos, los Reyes, y los Príncipes, el Clero, y el Pueblo, los nobles, y los plebeyos, igualmente el pobre que el rico. Esto se ha dicho, Hermanos míos, para acaso alguno no sea turbado en el abatimiento y cobardía de su espíritu, y reciba el presente ayuno con poca devoción, acordándose quizá de haber tolerado con bastante dificultad el peso del anterior ayuno también. Porque nuestro enemigo, en cuanto puede, dirige todos sus conatos, a que nuestro holocausto pierda la gracia de la devoción, y así sea poco adepto a Dios, y nuestra conciencia se alegre menos en las cosas espirituales, y de este modo del poco ánimo en tolerar la mortificación corporal se engendre la pusilanimidad de la conciencia. No ignorando pues sus astucias, velemos, os ruego, con todo el cuidado contra él: y porque ama Dios el que da con alegría, y nuestra conciencia también es consolada con una confianza mayor, cuando ayunamos con una propia voluntad; a este fin, propongámonos a nosotros mismos cuidadosamente el ejemplo de toda la Iglesia.
2.Pero ¿qué necesito yo hacer mención de los que tenemos por compañeros en la observancia del ayuno, como si no tuviéramos en ella mucho más excelentes guías, o por decir mejor, consagradores de ella? ¿Con cuánta devoción debemos recibir lo que viene, como por derecho hereditario, del Santo Moises, a quien por una especial prerrogativa sobre todos los demás Profetas, hablaba el Señor cara a cara? ¿Con cuanto fervor debemos abrazar lo que hace apreciable por su ejemplo Elías, aquel hombre que en carro de fuego fue arrebatado al Cielo? Mira a cuantos millares de hombres desde aquel tiempo, la ley general de la muerte arrastró al sepulcro: sin embargo Elías conservándole Dios, se ha evadido en sus manos. Pero si hacen apreciable el presente ayuno Moises, y Elías, aunque grandes, con todo eso consiervos nuestros, ¿qué apreciable le debe hacer el ejemplo de nuestro Señor Jesucristo, que ayunó otros tantos días? ¿Quien es aquel, no digo, monje, sino cristiano, que recibe con poca devoción el ayuno, que le enseñó el mismo Cristo? Últimamente con tanta mayor devoción debemos seguir el ejemplo de Cristo en su ayuno, cuanto más ciertos estamos, de que no ayunó por si, si no por nosotros.
3.Ayunemos pues, carísimos, y ayunemos devotamente en este santo tiempo de la Cuaresma, de suerte que conozcamos, que nuestra Cuaresma no tiene solos cuarenta días. Nosotros tenemos que continuar la Cuaresma todos los días de nuestra vida miserable, pues es necesario, que en ella con el socorro de la divina gracia (de cuya virtud nos hablan los cuatro Evangelios) cumplamos los diez mandatos de la ley. Yerran los que juzgan, que bastan para hacer penitencia estos poqísimos días, siendo cierto, que todo el tiempo de esta vida no fue destinado, sino para hacer penitencia. Buscad al Señor, dice el Profeta no cuarenta días precisamente, sino mientras que puede ser hallado, invocadle mientras está próximo a vosotros. Pues ni entonces será tiempo de invocar al Señor, cuando a ninguno estará próximo, sino que respecto de unos estará presente, respecto de otros sobremanera remoto. Entretanto, en decirse que está próximo, se da a entender que todavía no le tenemos, pero que puede ser hallado, y tenido. ¿Quién te parece que estuvo próximo a aquel que cayó en manos de los ladrones? Sin duda el que hizo misericordia con él. Con que así porque todo este tiempo está próximo a la misericordia, buscad al Señor, carísimos, mientras que puede ser hallado, invocadle mientras está próximo a vosotros.

4.Con todo eso le debemos buscar con mayor fervor en la presente Cuaresma, pues no solamente es parte, sino también misteriosa representación de todo este tiempo. Por tanto si acaso en lo demás del tiempo se entibiaron de algún modo nuestros ejercicios, es razón, que se reenciendan ahora en el fervor del espíritu. Si sola la gula pecó, ayune ella sola, y será bastante. Más si pecaron los demás miembros, ¿por qué no han de ayunar ellos al mismo tiempo? Ayune pues el ojo que saqueó al alma, ayune el oído, ayune la lengua, ayune la mano, ayune también el alma misma. Ayunen los ojos de miradas curiosas, y de toda licencia, para que dichosamente humillados, si antes vagaban infelizmente en la culpa, estén ahora refrenados en la penitencia. Ayune el oído, que tenía una ansia desordenada de oír, de las fábulas, y rumores, de todo lo que sea ocioso, y no petenezca de algún modo a la salud del alma. Ayune la lengua de la detracción y murmuración, de las palabras vanas, inútiles y de risa: algunas veces también por el respeto de la gravedad del silencio, ayune aun de aquellas, que otro tiempo pudieran parecer necesarias. Ayune la mano de las señales ociosas, y de todas las obras, que no sean mandadas: pero ayune mucho más el alma misma de los vicios y pecados, y de la propia voluntad. Pues sin este ayuno todos los demás son reprobados por Dios, como está escrito: Porque en los días de vuestros ayunos se encuentra vuestra voluntad.

RESUMEN
Habla de los ayunos monásticos que se continuaban desde el día 14 de Septiembre hasta el principio de la Cuaresma. Lo que instituyó San Benito en su Regla, capítulo 41 fue que el ayuno cuaresmal durara hasta la tarde.
Pretende el enemigo quitar el mérito del ayuno de muchos modos.
Qué ejemplos tan grandes se nos ofrecen para el ayuno. Especialmente el de Cristo. Toda la vida debe emplearse en la penitencia. En la Cuaresma debe ser mayor nuestro fervor. A todos los sentidos le es necesario el ayuno. En realidad a toda nuestra alma.

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