EL OBJETIVO DE ESTA PÁGINA

Recuperar los Sermones de San Bernardo de Claraval para facilitar su conocimiento y divulgación. Acompañar cada sermón con una fotografía, que lo amenice, y un resumen que haga más fácil la lectura. Intentar que, al final de esta aventura intelectual, tengamos un sermón para cada día del año. Un total de 365 sermones. Evidentemente, cualquier comentario será bienvenido y publicado, salvo que su contenido sea ofensivo o esté fuera del tema.

jueves, 8 de mayo de 2014

LA ATENCIÓN A SÍ MISMO


Somos el espectáculo de todo el mundo: de los ángeles y de los hombres. Sí, tanto de los malos como de los buenos. A los primeros les impulsa la pasión de la envidia, a los otros el sentimiento de misericordia. Tienen siempre su mirada fija en nosotros, unos con asnsias de vernos caer y otros de avanzar. Y es que estamos en momento de prueba, entre el paraíso y el infierno, con un pie -por así decirlo-en el claustro y otro en el mundo. Desde ambos campos observan atentamente lo que hacemos, y se dicen: ¡Ojalá se pase al nuestro! Su intención es muy distinta, pero el empeño es quizá idéntico.
 Si los ojos de todos están clavados sobre nosotros, ¿por dónde divagan los nuestros? ¿Por qué somos los únicos que no nos fijamos en nosotros mismos? Se nos vigila con interés a derecha e izquierda, y somos los únicos en dispensarnos de examinar nuestra vida, los únicos que no nos observamos, sin temer a los que nos engañan ni respetar a los espíritus que nos asisten. Los justos me me esperan a que me concedas la recompensa. Y los pecadores me aguardan para perderme. A un lado me ofrecen la corona y a otro el infierno. Y ante semejante alternativa, ¿puedo entregarme a bagatelas o complacerme en bostezar? No me arrastra el deseo ni me espanta el peligro; ni hago ni tengo lo más esencial de mi vida; estoy fatalmente insensible a ambas cosas.
 Levantémonos de una vez, hermanos, y cesemos de recibir en vano nuestras almas, por las que otros vigilan con tanto interés para nuestro bien o nuestro mal. No es una pequeñez lo que tanto persiguen los enemigos y ansían nuestros conciudadanos.

RESUMEN Y COMENTARIO
Hasta los actos más íntimos, la oraciones más recónditas tienen una repercusión en nuestra comunidad. Nada pasa desapercibido. Todo está interconectado de un modo misterioso. Cualquier acto bondadoso, o de piedad, repercute en todo lo que nos rodea. Cualquier deshonestidad o injusticia que realicemos, hace rechinar los mismos pilares del mundo creado. Cada oración es, pues, un acto trascendente. Ni una palabra es ociosa. Cada vez que oramos, como cuando recitamenos la oración de Jesús, algo cambia alrededor. Puede parecer imperceptible, pero para una criatura espiritual, "que oye" (y por eso tiene mayor responsabilidad) que vive por y para dios, quizás sea tan fuerte como el tañido de una campana. Si lo pensamos así, percibimos que somos responsables de lo que hacemos, que no somos criaturas intranscendentes: que es necesario prestar atención a nosotros mismos.

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