EL OBJETIVO DE ESTA PÁGINA

Recuperar los Sermones de San Bernardo de Claraval para facilitar su conocimiento y divulgación. Acompañar cada sermón con una fotografía, que lo amenice, y un resumen que haga más fácil la lectura. Intentar que, al final de esta aventura intelectual, tengamos un sermón para cada día del año. Un total de 365 sermones. Evidentemente, cualquier comentario será bienvenido y publicado, salvo que su contenido sea ofensivo o esté fuera del tema.

viernes, 10 de enero de 2014

LA MANIFESTACIÓN DE CRISTO


La manifestación de Cristo
El Hijo se ha manifestado para ayudarnos e instruirnos. Y es muy capaz de hacerlo, porque es la Fuerza y Sabiduría del Padre. Como Fuerza ayuda y como Sabiduría instruye y educa. La debilidad necesita apoyo y la ceguera reclama enseñanza y doctrina. 
 Y no hay duda que nos instruyó, porque nos impulsó a rechazar la vida impía y los deseos mundanos, para vivir con sobriedad, rectitud y piedad. Nuestra impiedad era la incredulidad, pues no creíamos ni honrábamos a Dios. Y si es piadoso venerar a Dios, es impío rechazarlo. 
 Los deseos mundanos son los bajos apetitos, los ojos insaciables y la arrogancia del dinero, que nos arrastran e inclinan a amar el mundo. El hombre que renuncia todo esto vive sobriamente, dominando los bajos apetitos, los ojos insaciables y la arrogancia del dinero. A medida que progresa en la sobriedad anula una doble embriaguez con una doble sobriedad. La embriaguez exterior es el desenfreno en el placer; y la interior, la invasión de de curiosidad. Contra ellas está la sobriedad exterior, que refrena los placeres, y la interior, que excluye la curiosidad. 
 Así vive el hombre sobriamente para consigo mismo. Y actuará rectamente con el prójimo si le da lo que en justicia le pertenece. Porque la justicia implica inocencia y beneficencia. No hacer el mal es la base de la justicia, y hacer el bien es su consumación.
 La piedad dice relación con Dios. Y consiste en dos cosas: no presumir de nosotros mismos, y confiar totalmente en Dios para superar con él todos los obstáculos del mundo. No desconfiemos jamás de Dios, sino actuemos con plena tranquilidad y confianza. Es el médico bueno y admirable, que bebió el jarabe antes de dárselo a los suyos. Sufrió la pasión y la muerte, y de ese modo consiguió la salud de la inmortalidad e impasibilidad. Con ello nos enseña a beber confiados el jarabe que transmite la salud y la vida. Y como después de su pasión posee la vida eterna, nos infunde la esperanza inquebrantable de que recibiremos eso mismo de él. 
RESUMEN
El Hijo se ha manifestado para enseñarnos el camino. Por una parte para renunciar a los placeres externos y, por otra, para anular la curiosidad interna. La piedad consiste en no presumir de nosotros mismos y confiar plenamente en Dios. 

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