Debemos ser coherentes con nosotros mismos y con los demás
1. Hace muchos siglos David, aquel rey tan insigne y profeta del Señor, movido por un santo pensamiento, consideró indigno que el Señor del mundo no tuviera una morada en la tierra, mientras que él residía en el palacio. También nosotros, hermanos, debemos pensar así y hacerlo una feliz realidad. Es cierto que aquel plan del Profeta, aunque agradó a Dios, cupo en suerte ponerlo en obra a Salomón; pero esto es otra cuestión que la brevedad del tiempo no nos permite explicar. Tú, alma, vives en una casa magnífica, construida por el mismo Dios en persona. Me refiero a tu cuerpo, tan bien ideado, dispuesto y ordenado, que te sirve de morada digna y agradable. Y para tu mismo cuerpo construyó otro palacio encantador, sublime e inmenso. Es este mundo sensible y habitable.
¿No te parece una ingratitud disfrutar tú de esta casa y no pensar en construirle un templo? De momento tienes dónde vivir, pero no olvides que se derrumbará muy pronto; y si no te provees de otra, quedarás a merced de la lluvia, el viento y el frío. ¿Y quién soportará el rigor de aquel frío? Dichosa una y mil veces el alma que pueda decir: Sabemos que si nuestro albergue terrestre, esta tienda de campaña se derrumba, tenemos un edificio que viene de Dios, un albergue eterno en el cielo no construido por hombres. Por lo tanto, o alma, no des sueño a tus ojos ni reposo a tus párpados, hasta que encuentres un lugar para el Señor, una morada para el Dios de Jacob.
2. ¿Qué planes tenemos hermanos? ¿Dónde emplazar esta construcción? ¿Quién va a ser el arquitecto? Este templo material se hizo para nosotros, para que viviéramos en él. Porque el Altísimo no habita en edificios construidos por hombres. ¿Seremos capaces de levantar un templo al que dice con toda verdad: Yo lleno el cielo y la tierra? Esto me llenaría de congoja y angustia si no le oyera decir a él mismo: Mi Padre y yo vendremos a él y haremos en él nuestra morada.
Ya sé, por consiguiente, dónde prepararle una casa: únicamente su imagen puede abarcarle. El alma es capaz de él, porque ha sido creada a su imagen. Corre, pues, adorna tu tálamo, Sión, que el Señor te prefiere a ti y te llenará de vida. Salta de gozo, hija de Sión, que tu Dios vivirá dentro de ti. Di con María: He aquí la esclava del Señor, cúmplase en mi tu palabra. Y añade con Isabel: ¿Quién soy yo para que el Dios de la majestad venga a mi? ¡Qué cúmulo de amabilidad y generosidad la de Dios, y qué grandeza, y gloria la de las almas! El Dios del universo, que desconoce toda especie de indigencia, manda hacerse un templo en ellas.
3. Hermanos, profundamente agradecidos empeñémonos en construirle un templo. Procuremos que viva primeramente en cada uno de nosotros, y después en todos juntos. Él nos ama como a personas individuales y como comunidad. Ante todo intente cada uno ser coherente consigo mismo, porque todo reino dividido queda asolado y se derrumba casa sobre casa. Y Cristo no se acerca a unas paredes que ceen o a unas tapias ruinosas.
Así como el alma quiere tener siempre intacta la morada de su cuerpo, y cuando se dispersan sus miembros la abandona, reflexione por su parte qué debe hacer, si quiere que Cristo viva por la fe en su corazón, es decir, en sí misma. Evite por todos los medios que sus miembros -memoria, inteligencia y voluntad- no estén discordes. Que la inteligencia viva libre del error y esté en armonía con la voluntad: eso es lo que ésta desea. Que la voluntad viva limpia de todo mal , pues eso pide la razón. Pero si el alma se condena a sí misma por una voluntad depravada, en aquello que apoya la razón, ya tenemos una guerra intestina y una discordia peligrosa: la razón censura, acusa, juzga y condena a la voluntad. A esto se refiere Criso en el Evangelio: Busca un arreglo con tu enemigo cuanto antes, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez y el juez al guardia, etc.
Que la memoria está completamente limpia y para ello borre todos sus pecados con una sincera confesión y un auténtico arrepentimiento. De otra suerte la voluntad y la razón aborrecerán una conciencia que alberga el pecado. El mejor templo que se puede presentar a Dios es, sin duda alguna, el hombe cuya razón no está engañada, ni su voluntad pervertida, ni su memoria manchada.
4. Cuando cada uno de nosotros estemos así, intentemos unirnos y compenetrarnos todos juntos por medio de la caridad, que es la perfección consumada. El conocimiento perfecto es imposible alcnzarlo en esta vida y acaso tampoco es conveniene. En la casa celestial, el conocimiento es incentivo del amor; aquí puede ser un gran obstáculo. ¿Quién puede presumir de un corazón intachable? Aquí es muy fácil falsear la verdad y equivocarse. Allí reina el gozo de la verdad, porque está libre de toda mancha. Aquella casa está fuertemente unida y es inconmovible. Esta otra, en cambio, como tienda de soldados, tiene poca solidez. Aquella es la casa de la alegría. Esta la de la milicia. Aquella la casa de la alabanza. Esta la de la oración. Esta es la ciudad de nuestros sudores, aquella la de nuestro descanso.
Si aquí vencemos, allí reinaremos; cambiaremos el casco por la diadema, la espada por el cetro y la palma, el escudo por la túnica dorada. El peto por la estola de fiesta. Mientras tanto, es preferible sentirse acosado y no matado y soportar el peso del escudo y de la cota para no ser herido por las flechas incendiarias del enemigo. Que nos libre de todo con su protección divina el que es bendito por siempre.
Así como el alma quiere tener siempre intacta la morada de su cuerpo, y cuando se dispersan sus miembros la abandona, reflexione por su parte qué debe hacer, si quiere que Cristo viva por la fe en su corazón, es decir, en sí misma. Evite por todos los medios que sus miembros -memoria, inteligencia y voluntad- no estén discordes. Que la inteligencia viva libre del error y esté en armonía con la voluntad: eso es lo que ésta desea. Que la voluntad viva limpia de todo mal , pues eso pide la razón. Pero si el alma se condena a sí misma por una voluntad depravada, en aquello que apoya la razón, ya tenemos una guerra intestina y una discordia peligrosa: la razón censura, acusa, juzga y condena a la voluntad. A esto se refiere Criso en el Evangelio: Busca un arreglo con tu enemigo cuanto antes, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez y el juez al guardia, etc.
Que la memoria está completamente limpia y para ello borre todos sus pecados con una sincera confesión y un auténtico arrepentimiento. De otra suerte la voluntad y la razón aborrecerán una conciencia que alberga el pecado. El mejor templo que se puede presentar a Dios es, sin duda alguna, el hombe cuya razón no está engañada, ni su voluntad pervertida, ni su memoria manchada.
4. Cuando cada uno de nosotros estemos así, intentemos unirnos y compenetrarnos todos juntos por medio de la caridad, que es la perfección consumada. El conocimiento perfecto es imposible alcnzarlo en esta vida y acaso tampoco es conveniene. En la casa celestial, el conocimiento es incentivo del amor; aquí puede ser un gran obstáculo. ¿Quién puede presumir de un corazón intachable? Aquí es muy fácil falsear la verdad y equivocarse. Allí reina el gozo de la verdad, porque está libre de toda mancha. Aquella casa está fuertemente unida y es inconmovible. Esta otra, en cambio, como tienda de soldados, tiene poca solidez. Aquella es la casa de la alegría. Esta la de la milicia. Aquella la casa de la alabanza. Esta la de la oración. Esta es la ciudad de nuestros sudores, aquella la de nuestro descanso.
Si aquí vencemos, allí reinaremos; cambiaremos el casco por la diadema, la espada por el cetro y la palma, el escudo por la túnica dorada. El peto por la estola de fiesta. Mientras tanto, es preferible sentirse acosado y no matado y soportar el peso del escudo y de la cota para no ser herido por las flechas incendiarias del enemigo. Que nos libre de todo con su protección divina el que es bendito por siempre.
RESUMEN
Vivimos en un maravilloso organismo, armonioso que es nuestro cuerpo y la naturaleza que le rodea. Es justo homenajear a Dios con un edificio para darle gracias.
El Dios del universo no quiere templos construidos por los hombres, sino los templos santos que son los cuerpos de María e Isabel.
La razón, la voluntad y la memoria deben actuar conjuntamente para que nuestro templo tenga unas paredes fuertes y coherentes para albergar a Dios.
Debemos aspirar a la solidez del edificio y no al de la milicia. A la solidez de la paz y no a la desazón de las armas. El conocimiento es allí parte de la caridad, aquí puede ser incluso contradictorio.
La razón, la voluntad y la memoria deben actuar conjuntamente para que nuestro templo tenga unas paredes fuertes y coherentes para albergar a Dios.
Debemos aspirar a la solidez del edificio y no al de la milicia. A la solidez de la paz y no a la desazón de las armas. El conocimiento es allí parte de la caridad, aquí puede ser incluso contradictorio.
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