EL OBJETIVO DE ESTA PÁGINA

Recuperar los Sermones de San Bernardo de Claraval para facilitar su conocimiento y divulgación. Acompañar cada sermón con una fotografía, que lo amenice, y un resumen que haga más fácil la lectura. Intentar que, al final de esta aventura intelectual, tengamos un sermón para cada día del año. Un total de 365 sermones. Evidentemente, cualquier comentario será bienvenido y publicado, salvo que su contenido sea ofensivo o esté fuera del tema.

lunes, 4 de noviembre de 2013

LA VISIÓN DE ISAÍAS. SERMÓN CUARTO, PRIMER DOMINGO DE NOVIEMBRE

 Dice el Profeta que los Serafines estaban de pie, y añade: Cada uno tenía seis alas. ¿Qué simbolizan estas alas, hermanos? ¿Acaso, pasado ya el invierno y cuando el Rey imperaba desde su trono, los Serafines tenían que volar para atender a las múltiples necesidades de los suyos, librarles de los peligros inminentes, animar a los fatigados y consolar a los afligidos? No, en el reino de la felicidad eterna se desconoce la necesidad, el peligro, el cansancio o la angustia. Allí huelga toda preocupación por tales cosas. Entonces ¿para qué son las alas? Esa postura me agrada. Yo también quiero estar siempre en esa actitud, y no admito nada que ponga en peligro la estabilidad. 
 Pero también sé, Isaías, que tú eres profeta y tienes el espíritu del que, en su inmensa misericordia, desborda los méritos y deseos de los hombres. Que nadie toque mi entrañable estabilidad: pero si estas alas pueden acrecentar mi felicidad, ¡enhorabuena! Y en ese sentido creo que en el estar de pie se promete la perseverancia, y en el gesto de volar el entusiasmo; con eso se salva toda especie de estabilidad insensible y marmórea. 
 Posiblemente se te ocurrirá pensar por qué tantas alas, o cuál es su misión. Sigue escuchando: Con dos alas se cubrían el rostro, con otras dos el cuerpo, y con las otras dos volaban. En estas palabras yo veo explicado de una manera más explícita lo que antes ha dicho sobre su actitud de estar firmes y dispuestos a volar. ¿A dónde van a volar los Serafines, sino hacia aquel cuyo amor les inflama? Fíjate en la llama: parece que vuela y no cambia de sitio. Así son los Serafines: están quietos y vuelan; no paran de volar y no se mueven.
2. Y como hemos dicho a dónde dirigen su vuelo, vuestra piadosa curiosidad parece reclamar cuáles son las dos alas con que vuelan. El más indicado y fiel para hablar de esto es el que ha tenido la suerte de verlo. Yo creo que en estas alas podemos ver el conocimiento y la devoción, con las cuales los Serafines se lanzan hacia aquel que está sobre ellos. El ala del conocimiento los eleva, sí, pero ella sola no basta. Caen muy pronto, y al intentar volar solamente con un ala, cuanto más se elevan más fatal es la caída. Ahí tenemos a los filósofos paganos que llegaron a conocer a Dios, y en vez de glorificarle como se merecía, su razonar se dedicó a vaciedades y su mente insensata se obnubiló. Al fin cayeron en una mentalidad horrorosa y se anegaron en las más increíbles pasiones. Se donfirma una vez más aquella sentencia: El que conoce el bien y no lo hace, está en pecado.
 Lo mismo ocurre con la devoción desprovista de sabiduría: cuanto más impetuosa es, más peligro hay de que se estrelle si se desvía y choca. En cambio, cuando el amor acompaña al conocimiento y la ciencia tiene por compañera a la devoción, vuele sin miedo y no cese de volar, porque vuela a la eternidad.
3. En cuanto al hecho de cubrir la cabeza y los pies, nos dicen los Santos Padres que los Serafines ocultan la cabeza y los pies de Dios, porque se desconoce lo que fue antes del mundo y lo que sucederá al final del mismo. Esto si seguimos la lectura de los códices latinos que dicen: la cabeza y los pies de él. Nuestro exégeta afirma que la palabra hebrea tiene varios sentidos: puede traducirse "de él" o "suya". Y según eso, los Serafines, por la ambigüedad del hebreo, pueden cubrir el rostro o los pies de Dios, o su propio rostro y pies. Y es curioso advertir que de esas dos interpretaciones eligió la que menos se adapta al conjunto de la visión. Aquí acepta el comentario se adapta al conjunto de la visión. Aquí acepta el comentario de Orígenes, según el cual los Serafines, a la vez que vuelan, cubren la cabeza y los pies del que está sentado en el trono.
4. Si intentáramos pintar a estos Serafines, con la cabeza y los pies cubiertos, sólo aparecería el tronco del cuerpo, y éste incluso parcialmente, porque habría que ponerles las otras alas con que vuelan. Yo veo esa especie de cabeza, tronco y pies en estas palabras del Apóstol: "A los que eligió, Dios los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo; y a los que predestinó, los llámo; y a los que llamó, los rehabilitó; y a los que rehabilitó, les comunicó su gloria. La primera iniciativa es pura gracia, y yo no he hecho nada para ser predestinado ni llamado. En cambio, no ocurre lo mismo en la rehabilitación, que es obra de la gracia y mía. A los Serafines podríamos ponerlos en un plano intermedio. La glorificación también es fruto exclusivo de la gracia, y yo no puedo gloriarme en absoluto de haberla secundado o haber cooperado con ella.
 Así, pues, los Serafines cubren su cabeza con dos alas cuando reconocen y confiesan humildemente que la misericordia actuó previamente en ellos. Cubren también con dos alas sus pies, si proclaman y agradecen esa misericordia que recibirán más adelante. Pero tampoco deben ahora olvidar cubrirse la cabeza y los pies, aunque lo deben hacer de una manera especial cuando el Juez se siente en el trono. Porque en ese momento les comunicará un conocimiento inefable de la verdad, y los inflamará con las llamas impetuosas de la caridad.
 Que esa misericordia de que hemos hablado se digne unirnos a ellos y a nosotros, indignos siervos suyos. Es una misericordia eterna para todos los elegidos. Hay un momento central en que aparece el libre albedrío con la gracia de merecer, pero al principio y al fin dependen por completo del que es nuestra Alfa y Omega. Dios nuestro Señor. Por eso decimos con todo derecho: No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre da la gloria. Amén.
RESUMEN Y COMENTARIO
El hecho de tener seis alas causa perplejidad. Puede significar entusiasmo y constancia. No necesitan tantas alas, pues ya están donde quieren (en la presencia de Dios). También se nos dice que dos alas cubren la cara y otras dos el cuerpo. Igualmente, que no paran de volar y están en el mismo sitio.
 Esas dos alas que utilizan para volar, una representa la sabiduría y la otra la devoción. El conocimiento permite elevarnos pero sólo de una forma muy transitoria. La devoción a secas tampoco sería suficiente para un vuelo auténtico y duradero. Es la combinación de las dos alas la que nos permite alcanzar las alturas.
 Con las cuatro alas restantes caben dos interpretaciones: que cubran la cabeza y los pies de Dios o las de los propios ángeles. Pensamos que se refieren a los de Dios, pues es imposible para la mente humana conocer su origen y su evolución. No podemos ni siquiera imaginar cúal es el origen de Dios ni cual será su destino. Al menos de momento, esos grandes secretos lo seguirán siendo.
 La otra interpretación es que las alas recogidas es una forma de reconocer que, en un principio, la misericordia actuó en nosotros, como una dádiva especial y singular del altísimo, comenzando así nuestra vida espiritual. A partir de ese momento actuó nuestro libre albedrío pero hubiera sido imposible sin esa intervención inicial. Por eso podemos decir con toda claridad: Non Nobis Domine, Non Nobis, Sed Nomine Tua Da Gloriam. No por nosotros Señor, no por nosotros, todo por ti y por tu gloria. Por esa gloria que tan gratuitamente nos ofreciste.

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