Piensa el necio: no hay Dios. Dios es uno y único, y aunque es invariable nos ofrece múltiples sabores, para cada momento de nuestro espíritu. Quien le teme lo saborea como justicia y poder; quien lo ama lo paladea como misericordia y bondad. Por eso dice en otro lugar este mismo Profeta: Dios habló una sola vez, y yo he oído dos cosas, etc. Escuchar es lo mismo que saborear, porque ambas cosas se realizan por la única y simplícisima inteligencia. Así pues, Dios habló una sola vez, porque engendró una sola Palabra. Pero en esa única Palabra nosotros oímos o saboreamos dos cosas: que Dios tiene el poder y tú, Señor, la misericordia.
Por eso es verdaderamente necio quien es insensible al temor y al amor de Dios. Aprenda cuanto quiera, que yo jamás lo tendré por sabio mientras no tema ni ame a Dios. ¿Cómo voy a decir que ha llegado a la cima de la sabiduría, si no lo veo ni iniciado en ella? El comienzo de la sabiduría es el temor del Señor, y su plenitud el amor. Y el centro lo ocupa la esperanza. En consecuencia, el hombre dice no hay Dios cuando no aprecia su justicia, guiado por el temor, ni su misericordia por el amor. No cree en Dios quien no lo acepta justo y bondadoso.
RESUMEN
Creer en Dios significa que puede ser visto desde muchos ángulos distintos, pero no cree en Dios quien no lo perciba justo y bondadoso al mismo tiempo.
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