María, Marta y Lázaro
Entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Hermanos, ¿por qué dice el texto sagrado que solamente una de las dos hermanas recibió al Señor, y precisamente la que parece menos perfecta? El huésped de Marta afirma expresamente que María ha elegido la parte mejor. Yo pienso que Marta era de más edad, y todos sabemos que las primeras etapas de la salvación piden más acción que contemplación. Cristo alaba a María, pero se deja obsequiar de Marta. Lo mismo que Jacob amaba a Raquel, pero sin saberlo él le dan primero a Lía. Y cuando se queja del engaño, se le replica que no es costumbre dar en matrimonio la más pequeña antes que la mayor.
Y si piensas que la casa estaba sucia, comprenderás fácilmente por qué es Marta y no María quien acoge en ella al Señor. Aquel consejo del Apóstol: Glorificad a Dios en vuestro cuerpo, se refiere a Marta, no a María. Para Marta el cuerpo es un instrumento, y para María, en cambio, es un impedimento. Porque el cuerpo mortal es lastre del alma, y la tienda terrestre abruma la mente pensativa. ¿Y no abruma las manos laboriosas? Así, pues, Marta recibe en su casa al Salvador mientras vive en esta tierra. María, en cambio, medita cómo será recibida por él en el albergue eterno del cielo, no construido por hombres. Y me atrevo incluso a afirmar que también ella acogió al Señor, pero espiritualmente: porque el Señor es Espíritu.
Marta tenía una hermana llamada María, que se sentó a los pies del Señor para escuchar sus palabras. Como ves, las dos acogen al Verbo, una en su carne y la otra en su palabra. Marta se distraía con el mucho trajín; hasta que se paró delante y dijo: Señor, ¿no te das cuenta que mi hermana me deja trajinar sola? ¿Es posible que también exista la murmuración en la casa donde se hospeda el Señor? Dichosa la casa y bendita la comunidad en la que Marta se queja de María. Y al contrario, sería una cosa muy rastrera y completamente injusta que María tuviera celos de Marta. Jamás leerás que María se queja de que Marta la deje sola en la contemplación.
Jamás ocurra que él que se consagra a la contemplación desee la vida agitada de los hermanos que tienen algún cargo. Que Marta repita siempre que no puede con todo y que es incapaz de cumplir con su deber, y desee que se confíe a otros lo que ella administra.
Ya conocemos la respuesta de Jesús: Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con muchas cosas. María tiene el privilegio de contar siempre con un abogado a su favor. El fariseo murmura de ella, su hermana se queda, y los discípulos la censuran. María opta por callar, y es Cristo mismo quien sale en su defensa: María ha escogido la parte mejor, y no se le quitará. Esto es lo único necesario, aquello que con tanta insistencia pedía el Profeta: Una sola cosa pido al Señor y eso es lo que busco.
Hermanos, ¿qué significa escoger la parte mejor? ¿Podremos seguir afirmando la inferioridad de Marta dedicada a la administración, apoyándonos en aquel texto: es mejor la iniquidad del hombre que las buenas obras de la mujer? ¿Cómo se cumplirá, por otra parte, lo que dijo el Señor: a quien me sirva lo honrará el Padre, o el más grande de vosotros será vuestro servidor? ¿Puede servir de estímulo para la que se afana en el trabajo, zaherirla con ironía al ensalzar lo que hace su hermana? Yo creo que aquí ocurre una de esas dos cosas: se alaba lo que escogió María porque es algo que todos debemos preferir, en cuanto de nosotros depende; o se nos quiere decir que ella practicó las dos cosas, y no se adelantó a escoger una de ellas, sino que estaba siempre dispuesta a lo que el Maestro le ordenara.
¿Ha existido un servidor de tanta confianza como David, siempre de aquí para allá, y atento a las órdenes del rey? Escuchadle: Mi corazón está dispuesto, sí, está dispuesto, una y dos veces, para holgarme contigo y servir al prójimo. Ésta es la parte mejor que nunca se le quitará. Esta la actitud ideal, que jamás abandonará, le envíes a donde le envíes. Los que sobresalen en el servicio se ganan un puesto disinguido. Tal vez consiuen otro mucho mejor los que se entregan seriamente a la contemplación de Dios. Pero lo ideal es ser perfectos en ambas cosas.
Añadiría una pequeña observación, aunque sea penando mal de Marta: ¿estaría acaso convencida de que su hermana no hacía nada, cuando pidió que le ayudara? La persona que riñe a otra por dedicarse a la contemplación, es carnal y no acepta la manera de ser del Espíritu de Dios. Convénzase que la parte mejor es la que dura eternamente. ¿No resultará algo muy extraño encontrar un alma totalmente ajena a la contemplación divina, en un lugar donde esto es la única tarea de todos, el único deseo y la vida misma?
Observemos atentamente cómo ha regulado el amor en esta nuestra casa las tres ocupaciones: la administración de Marta, la contemplación de María y la penitencia de Lázaro. Las tres deben hallarse en toda alma perfecta; sin embargo cada uno siente preferencia por alguna de ellas: éste se entrega a a la contemplación, aquel al servicio de los hermanos y el otro a llorar su vida pasada como los leprosos que viven en los sepulcros. María esté absorta en la meditación piadosa de su Dios; Marta sea todo misericordia y compasión hacia el prójimo y Lázaro se mantenga en la humildad y desprecio de sí mismo.
Que cada uno busque el lugar que le pertenece. Si se encontrasen en esta ciudad tres varones: Noé, Daniel y Job, por ser justos salvarán ellos la vida -oráculo del Señor-. Pero no no salvarán a sus hijos ni a sus hijas. No pretendo adular a nadie, ni que nadie se engañe a sí mismo. Los que no tienen ningún cargo, ni se les ha confiado alguna ocupación especial, permanezcan sentados a los pies de Jesús con María, o con Lázaro en el sepulcro. Que Marta se afane y se preocupe de mil cuidados. Tú, en cambio, que estás libre de todo eso, opta por una de estas dos cosas: vivir tranquilo y hacer del Señor tu delicia. Y si todavía no eres capaz de esto, no te vuelques al exterior, sino vive dentro de ti mismo, como el Profeta.
Lo vuelvo a repetir para que nadie alegue después ignorancia. Si no tienes que construir el arca o dirigir su mundo sobre las olas, procura ser un hombre de deseos como Daniel, o un hombre de dolores acostumbrado a sufrimientos como Job. De lo contrario, el que te quiere ver candente y abrasado en el juego del amor, por contemplándole a él, o frío y apagando las flechas incendiarias del enemigo con el agua de la compunción te escupirá de su boca porque eres tibio y le produces náuseas. María, por su pare, también debe saber que intente ser de fiar, como se pide a los encargados. Y será fiel si su intención es pura, es decir, si no busca su propio provecho, sino el de Jesucristo, y si su actividad está bien ordenada, esto es, si no hace su propia voluntad, sino la del Señor.
Algunos no son generosos y ya han cobrado su paga. Otros se dejan llevar de sus impulsos, y contaminan todo lo que ofrecen con las huellas de su propia voluntad. Acudamos al canto nupcial y veamos cómo llama el esposo a su esposa, y no omite ni añade nada a estas tres cosas: Levántate, corre, amada mía, ¿Qué mejor amiga que la que está atenta a los intereses del Señor y le entrega generosamente su vida? Siempre que interrumpe sus preocupaciones espirituales por uno de sus pequeñuelos, le está dando su vida. ¿No es hermosa la que refleja a cara descubierta la gloria del Señor, y se va transformando en su imagen con resplandor creciente por el Espíritu del Señor? ¿Y no es paloma la que gime y llora en los huecos de la peña o en las grietas del barranco, encerrada en una losa?
Dice el Evangelio que una mujer, llamada María, lo recibió en su casa. Aquí se refiere claramente a los hermanos que movidos de amor fraterno, se dedican a diversos servicios. ¡Ojalá fuera yo un encargado digno de fiar! ¿A quiénes mejor que a los prelados se les puede aplicar las palabras del Señor: Marta, María, qué inquieta andas? Suponemos que presiden con toda diligencia. Pero ¿quién está más disperso en mil asuntos que aquel que debe atender a María en su contemplación, a Lázaro en su penitencia, y a los demás con quienes comparte sus tareas? Ahí tienes a Marta inquieta y nerviosa con muchas cosas.
Estoy pensando en el Apóstol, que exige un gran celo a los prelados, y se preocupa de todas las Iglesias. ¿Quién enferma sin que yo enferme? ¿Quién cae sin que a mí me dé fiebre? Que Marta reciba, pues, al Señor en su casa, porque le han confiado su cuidado. Es la mediadora para obtener la salvación y la gracia para ella misma y para sus súbditos. Lo dice la Escritura: Que los montes traigan paz para su pueblo y los callados justicia. Y que todos sus colaboradores lo reciban también según su propio ministerio. Que todos reciban a Cristo: que todos sirvan a Cristo. Asístante en sus miembros: éste en sus hermanos débiles, aquél en los obres y el otro en los huéspedes y peregrinos.
Mientras éstos se entregan a diversas tareas, dedíquese Marí a contemplar y a experimentar qué suave es el Señor. Procure sentarse con el espíritu ferviente y el alma sosegada a los pies de Jesús, mirándole sin cesar y escuchando las palabras, porque es una delicia para los ojos y melodía para el oído. De sus labios fluye la gracia y es el más bello de los hombres. Más aún: su gloria supera a la de los ángeles.
Gózate, pues, María y vive agradecida por haber escogido la mejor parte. Dechosos los ojos que ven lo que ves tú, y los oídos que oyen lo que oyes tú. Dichosa tú que percibes el murmullo divino en el silencio, donde es bueno para el hombre esperar la salvación del Señor. Busca la sencillez, evitando de un lado el engaño y la falsedad, y de otro la multiplicidad de las ocupaciones. Y escucharás las palabras de aquel cuya voz encanta, y cuya fitura embelesa. Procura, sobre todo, no fiarte de ti mismo, ni tenerte en más de lo que debes, no sea que te ofusque la luz y andes a tientas, engañado por ese demonio del mediodía del que ahora no es el momento de hablar,
¿Pero dónde se ha quedado Lázaro? ¿Dónde lo pusisteis?Pregunto a sus hermanas que le sepultaron con la predicación y el servicio, el ejemplo y la oración. ¿Dónde, repito, le pusisteis? Está enterrado en la fosa, yace bajo una losa: es muy difícil encontrarlo. reservemos, pues, para este difunto de cuatro días un cuarto sermón, y a ejemplo del Salvador, escuchemos que el que amas está enfermo y quedémonos hoy aquí.
Jamás ocurra que él que se consagra a la contemplación desee la vida agitada de los hermanos que tienen algún cargo. Que Marta repita siempre que no puede con todo y que es incapaz de cumplir con su deber, y desee que se confíe a otros lo que ella administra.
Ya conocemos la respuesta de Jesús: Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con muchas cosas. María tiene el privilegio de contar siempre con un abogado a su favor. El fariseo murmura de ella, su hermana se queda, y los discípulos la censuran. María opta por callar, y es Cristo mismo quien sale en su defensa: María ha escogido la parte mejor, y no se le quitará. Esto es lo único necesario, aquello que con tanta insistencia pedía el Profeta: Una sola cosa pido al Señor y eso es lo que busco.
Hermanos, ¿qué significa escoger la parte mejor? ¿Podremos seguir afirmando la inferioridad de Marta dedicada a la administración, apoyándonos en aquel texto: es mejor la iniquidad del hombre que las buenas obras de la mujer? ¿Cómo se cumplirá, por otra parte, lo que dijo el Señor: a quien me sirva lo honrará el Padre, o el más grande de vosotros será vuestro servidor? ¿Puede servir de estímulo para la que se afana en el trabajo, zaherirla con ironía al ensalzar lo que hace su hermana? Yo creo que aquí ocurre una de esas dos cosas: se alaba lo que escogió María porque es algo que todos debemos preferir, en cuanto de nosotros depende; o se nos quiere decir que ella practicó las dos cosas, y no se adelantó a escoger una de ellas, sino que estaba siempre dispuesta a lo que el Maestro le ordenara.
¿Ha existido un servidor de tanta confianza como David, siempre de aquí para allá, y atento a las órdenes del rey? Escuchadle: Mi corazón está dispuesto, sí, está dispuesto, una y dos veces, para holgarme contigo y servir al prójimo. Ésta es la parte mejor que nunca se le quitará. Esta la actitud ideal, que jamás abandonará, le envíes a donde le envíes. Los que sobresalen en el servicio se ganan un puesto disinguido. Tal vez consiuen otro mucho mejor los que se entregan seriamente a la contemplación de Dios. Pero lo ideal es ser perfectos en ambas cosas.
Añadiría una pequeña observación, aunque sea penando mal de Marta: ¿estaría acaso convencida de que su hermana no hacía nada, cuando pidió que le ayudara? La persona que riñe a otra por dedicarse a la contemplación, es carnal y no acepta la manera de ser del Espíritu de Dios. Convénzase que la parte mejor es la que dura eternamente. ¿No resultará algo muy extraño encontrar un alma totalmente ajena a la contemplación divina, en un lugar donde esto es la única tarea de todos, el único deseo y la vida misma?
Observemos atentamente cómo ha regulado el amor en esta nuestra casa las tres ocupaciones: la administración de Marta, la contemplación de María y la penitencia de Lázaro. Las tres deben hallarse en toda alma perfecta; sin embargo cada uno siente preferencia por alguna de ellas: éste se entrega a a la contemplación, aquel al servicio de los hermanos y el otro a llorar su vida pasada como los leprosos que viven en los sepulcros. María esté absorta en la meditación piadosa de su Dios; Marta sea todo misericordia y compasión hacia el prójimo y Lázaro se mantenga en la humildad y desprecio de sí mismo.
Que cada uno busque el lugar que le pertenece. Si se encontrasen en esta ciudad tres varones: Noé, Daniel y Job, por ser justos salvarán ellos la vida -oráculo del Señor-. Pero no no salvarán a sus hijos ni a sus hijas. No pretendo adular a nadie, ni que nadie se engañe a sí mismo. Los que no tienen ningún cargo, ni se les ha confiado alguna ocupación especial, permanezcan sentados a los pies de Jesús con María, o con Lázaro en el sepulcro. Que Marta se afane y se preocupe de mil cuidados. Tú, en cambio, que estás libre de todo eso, opta por una de estas dos cosas: vivir tranquilo y hacer del Señor tu delicia. Y si todavía no eres capaz de esto, no te vuelques al exterior, sino vive dentro de ti mismo, como el Profeta.
Lo vuelvo a repetir para que nadie alegue después ignorancia. Si no tienes que construir el arca o dirigir su mundo sobre las olas, procura ser un hombre de deseos como Daniel, o un hombre de dolores acostumbrado a sufrimientos como Job. De lo contrario, el que te quiere ver candente y abrasado en el juego del amor, por contemplándole a él, o frío y apagando las flechas incendiarias del enemigo con el agua de la compunción te escupirá de su boca porque eres tibio y le produces náuseas. María, por su pare, también debe saber que intente ser de fiar, como se pide a los encargados. Y será fiel si su intención es pura, es decir, si no busca su propio provecho, sino el de Jesucristo, y si su actividad está bien ordenada, esto es, si no hace su propia voluntad, sino la del Señor.
Algunos no son generosos y ya han cobrado su paga. Otros se dejan llevar de sus impulsos, y contaminan todo lo que ofrecen con las huellas de su propia voluntad. Acudamos al canto nupcial y veamos cómo llama el esposo a su esposa, y no omite ni añade nada a estas tres cosas: Levántate, corre, amada mía, ¿Qué mejor amiga que la que está atenta a los intereses del Señor y le entrega generosamente su vida? Siempre que interrumpe sus preocupaciones espirituales por uno de sus pequeñuelos, le está dando su vida. ¿No es hermosa la que refleja a cara descubierta la gloria del Señor, y se va transformando en su imagen con resplandor creciente por el Espíritu del Señor? ¿Y no es paloma la que gime y llora en los huecos de la peña o en las grietas del barranco, encerrada en una losa?
Dice el Evangelio que una mujer, llamada María, lo recibió en su casa. Aquí se refiere claramente a los hermanos que movidos de amor fraterno, se dedican a diversos servicios. ¡Ojalá fuera yo un encargado digno de fiar! ¿A quiénes mejor que a los prelados se les puede aplicar las palabras del Señor: Marta, María, qué inquieta andas? Suponemos que presiden con toda diligencia. Pero ¿quién está más disperso en mil asuntos que aquel que debe atender a María en su contemplación, a Lázaro en su penitencia, y a los demás con quienes comparte sus tareas? Ahí tienes a Marta inquieta y nerviosa con muchas cosas.
Estoy pensando en el Apóstol, que exige un gran celo a los prelados, y se preocupa de todas las Iglesias. ¿Quién enferma sin que yo enferme? ¿Quién cae sin que a mí me dé fiebre? Que Marta reciba, pues, al Señor en su casa, porque le han confiado su cuidado. Es la mediadora para obtener la salvación y la gracia para ella misma y para sus súbditos. Lo dice la Escritura: Que los montes traigan paz para su pueblo y los callados justicia. Y que todos sus colaboradores lo reciban también según su propio ministerio. Que todos reciban a Cristo: que todos sirvan a Cristo. Asístante en sus miembros: éste en sus hermanos débiles, aquél en los obres y el otro en los huéspedes y peregrinos.
Mientras éstos se entregan a diversas tareas, dedíquese Marí a contemplar y a experimentar qué suave es el Señor. Procure sentarse con el espíritu ferviente y el alma sosegada a los pies de Jesús, mirándole sin cesar y escuchando las palabras, porque es una delicia para los ojos y melodía para el oído. De sus labios fluye la gracia y es el más bello de los hombres. Más aún: su gloria supera a la de los ángeles.
Gózate, pues, María y vive agradecida por haber escogido la mejor parte. Dechosos los ojos que ven lo que ves tú, y los oídos que oyen lo que oyes tú. Dichosa tú que percibes el murmullo divino en el silencio, donde es bueno para el hombre esperar la salvación del Señor. Busca la sencillez, evitando de un lado el engaño y la falsedad, y de otro la multiplicidad de las ocupaciones. Y escucharás las palabras de aquel cuya voz encanta, y cuya fitura embelesa. Procura, sobre todo, no fiarte de ti mismo, ni tenerte en más de lo que debes, no sea que te ofusque la luz y andes a tientas, engañado por ese demonio del mediodía del que ahora no es el momento de hablar,
¿Pero dónde se ha quedado Lázaro? ¿Dónde lo pusisteis?Pregunto a sus hermanas que le sepultaron con la predicación y el servicio, el ejemplo y la oración. ¿Dónde, repito, le pusisteis? Está enterrado en la fosa, yace bajo una losa: es muy difícil encontrarlo. reservemos, pues, para este difunto de cuatro días un cuarto sermón, y a ejemplo del Salvador, escuchemos que el que amas está enfermo y quedémonos hoy aquí.
RESUMEN
Marta significa la vida activa. María la vida contemplativa. Las dos acogen al Señor: una en lo material y la otra en lo espiritual. Queda claro que es mucho más importante la vida contemplativa. ¡Pobre comunidad en la que los monjes o monjas desean la vida de cargos, de cosas materiales, sobre la pura contemplación! Es difícil concebir que Marta no valorara la contemplación, pues entre personas dedicadas a lo espiritual está muy claro el valor supremo de tal práctica. En realidad, podemos vivir de tres maneras distintas: al servicio de los hermanos, en la vida contemplativa o en la penitencia y llanto por nuestros pecados. Lo más aconsejables es vivir tranquilamente en las delicias del Señor, pero si no somos capaces de esto, por lo menos no nos volquemos hacia el exterior. Los prelados deberían tomar nota de estas distintas actitudes y no olvidar nunca que, siendo todo importante, "María escogió para sí la mejor parte".
No hay comentarios:
Publicar un comentario