1.Dos son
los pies de Dios: la misericordia y el juicio. Con ellos se
acerca y visita continuamente a las almas espirituales, saltando como
un héroe en su carrera en busca de aquellos que merecen esta
promesa: Habitaré y caminaré con ellos. Estos son los pies
que unge en primer lugar el alma pecadora con el perfume de la
compunción. Esto hizo María, la pecadora: ungir los pies del Señor.
Y no creamos que es un perfume vulgar, pues dice la Escritura que la
casa se llenó de la fragancia del perfume. Más aún, su aroma lega
hasta el cielo, pues la Verdad en persona nos dice que hay una gran
alegría por un solo pecador que hace penitencia.
Sin
embargo, por muy valioso que parezca este perfume, resulta muy
ordinario y de poco precio comparado con aquel otro que se llama de
la devoción, y se elabora recordando los beneficios divinos. Con
éste se unge la cabeza del Señor cuando das gracias a Dios por sus
dones, porque la cabeza de Cristo es Dios. Siempre que recordamos con
alabanzas sus beneficios ungimos la divinidad en Cristo, y al
fijarnos en nuestros pecados, más bien que en sus dones, debemos
pensar en su humanidad y no en su divinidad.
2.De hecho,
al sumir nuestra carne sabemos que se apropió estos dos pies -la
misericordia y el juicio-para que el pecador que no tenía acceso a
la cabeza o divinidad, pudiera acercarse a sus pies o humanidad. Y
ese pie de la misericordia pertenece sin duda alguna al hombre
asumido por Cristo, pues de otro modo Pablo no hubiera dicho: Fue
probado en todo igual que nosotros, menos en el pecado: para ser
misericordioso. Y lo mismo
digamos del juicio: pertenece a su humanidad, como lo dice el
hombre-Dios hablando de sí mismo: Y le dio poder para
juzgar, porque es el Hijo del hombre.
El
pecador ya no vacila acercarse a estos dos pies del hombre de dolores
y acostumbrado a sufrimientos, y confiesa tranquilamente: ahora nos
acercamos confiados al tribunal de la gracia. Porque no
tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras
debilidades. La pecadora se
aproxima a ungir los pies, y el alma justa derrama su perfume sobre
la cabeza. Sin embargo, el perfume de la cabeza debemos considerarlo
mucho más inapreciable que el derramado en los pies, porque las
sustancias con que éste se confecciona son mucho más apreciadas que
las del otro. Unas las podemos encontrar con toda facilidad y sin
esfuerzo en nuestro país, ya que todos somos pecadores. Las otras,
en cambio, son muy difíciles de hallar y vienen importadas de muy
lejos, del paraíso de Dios. Los regalos excelentes y los
dones perfectos vienen de ambas, del Padre de los astros. ¿Y
puede concebirse algo mejor que este perfume, que al verlo como se
derramaba, hasta los mismos apóstoles murmuraron: A qué
viene este derroche?Podía haberse vendido y dado a los pobres.
3.También
ahora ocurre lo mismo: vemos que algunos se entregan exclusivamente a
Dios y viven con tal fervor y gratitud, que podemos afirmar que
derraman su perfume sobre la cabeza de Cristo; y perseveran fieles en
este santo reposo, en la acción de gracias y en el gozo de la
contemplación divina. Pero no faltan quienes interpretan esto como
un despilfarro, y se quejan -a su juicio con justa murmuración-de
que podrían ser útiles a otros muchos y viven tranquilamente sólo
para sí mismos. Y no es que envidien su santidad, sino que les
interesa más la caridad.
Muchas veces el mismo Dios-Amor sale en defensa de esta
alma que ve tan feliz en sus actividades espirituales; sobre todo si
observa que todavía es mujer por su apocamiento y fragilidad, y que
no ha llegado al estado de hombre adulto. Esto lo discierne mucho
mejor el que penetra los corazones, que los hombres, que sólo ven la
cara y juzgan por apariencias. Creen éstos que es tan fácil vivir
con Dios como realizar un servicio útil, obedecer humildemente como
presidir con provecho, dejarse gobernar sin quejas como regir de una
manera irreprochable, someterse con gusto como mandar con discreción,
convivir con los buenos como con los malos y, sobre todo, ser
pacífico entre los hijos de la paz como ser manso entre los que la
odian.
Jesús conoce muy bien quiénes son capaces y quiénes
no de entregarse a semejantes actividades, y comprende que esa alma
tan delicada y tierna no está preparada para tales menesteres. Y por
eso se enfrenta enérgicamente contra los que no piensan así y
califican de estéril su reposo, llevados de un celo bueno, pero mal
entendido ¿Por qué molestáis a esa mujer? Es cierto que lo
ideal es eso que vosotros esperáis de ella, pero también es muy
bueno lo que está haciendo conmigo. Mientras no sea capaz de algo
mejor, dejadla hacer lo que puede. Yo sé que es todavía una mujer.
Ya llegará el día en que la diestra del Altísimo la cambiará en
varón. A mi no se me ocultará esto cuando suceda, porque soy yo
quien la transformo con mi palabra y quien la mantengo así. Entonces
la maldad del varón será mejor que la actual bondad de la mjer.
También yo espero que es lo mejor, pero mientras tanto
no desprecio esto otro que también es bueno. Y no tengo por
despilfarro este perfume que derrama, porque es signo de la entrega
de esta mujer y auncio previo de mi sepultura. Más aún, su aroma se
esperce de tal manera por todas partes, que donde quiera se proclame
este Evangelio se dirá también en su honor lo que ella ha hecho.
4Pasemos
ya al tercer perfume. La comparación de los dos anteriores nos hace
ver claramente que el segundo es mejor y mucho más excelente que el
primero. Lo que nos parece muy extraño es que exista un tercero que
supere a estos dos; y sin embargo, la esposa dice con orgullo que sus
pechos exhalan el mejor de todos los perfumes. Y para ser el mejor
debe superar a otros muy buenos, como estos aventajan a los
simplemente buenos.
Recordemos que el segundo perfume, con el que se unge la
cabeza, es de tal calidad que no se le puede comparar ni anteponer
ninguna riqueza. A pesar de ello yo no tildo de mentirosa a la
esposa, pues tiene por esposo a la verdad en persona y es él quien
le inspira esto, el infinitamente infalible y veraz. Además, si
contradice a la verdad le sería inútil desear y suspirar por los
íntimos abrazos de la verdad. ¿Es posible la amistad entre la
verdad y la mentira? Todo lo contrario: la verdad aniquila a todos
los mentirosos.
5.Si
abrimos el Evanelio, tal vez encontremos una imagen de este perfume.
Hela aquí: María Magdalena, María la de Santiago y Salomé
compraron aromas para ir a embalsamar a Jesús. ¿No percibes ya a
simple vista el gran valor de este perfume material, cuyos aromas no
pueden adquirir una o dos mujeres?El primer perfume lo consiguió una
sola mujer, y lo mismo el segundo. En cambio, para este otro son tres
las que se unen para adquirirlo y prepararlo, y las tres juntas
compran lo que no puede cada una de por sí. Y de este modo van a
embalsamar a Jesús. No dice los pies o la cabeza, sino que van a
embalsamar a Jesús, es decir, a todo el cuerpo.
Advierte también que Cristo no quiere que se pierda un
perfume tan extraordinario; no encuentran el cuerpo y lo vuelven a
traer, con la misión de ofrecer al vivo eso que habían preparado
para el muerto. Y así lo hicieron, aumenando inmediatamente la
alegría de la resurrección y arrancando la tristeza del corazón de
los discípulos, que eran sin lugar a dudas los miembros vivos de
Cristo. Cristo amaba mucho más a estos miembros que aquel otro
cuerpo crucificado, y por eso lo entregó a la cruz.
Es
evidente, pues, que este último perfume supera a aquellos otros dos
tanto cuanto superó el amor de Cristo por este cuerpo suyo -la
Iglesia- al que se lo reserva, al amor que manifestó al otro cuerpo
que no quiso fuera ungido y lo entregó para rescatar al primero.
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