EL OBJETIVO DE ESTA PÁGINA

Recuperar los Sermones de San Bernardo de Claraval para facilitar su conocimiento y divulgación. Acompañar cada sermón con una fotografía, que lo amenice, y un resumen que haga más fácil la lectura. Intentar que, al final de esta aventura intelectual, tengamos un sermón para cada día del año. Un total de 365 sermones. Evidentemente, cualquier comentario será bienvenido y publicado, salvo que su contenido sea ofensivo o esté fuera del tema.

lunes, 3 de febrero de 2014

EN LA PURIFICACIÓN DE SANTA MARÍA. SERMÓN CÁNTICO SEUSCEPIMUS


(El Rito de la Purificación era destinado a la mujer después del parto. Duraba ocho días hasta la circuncisión del recién nacido  más  otros treinta y tres en los que no podía entrar en el templo; al final de todo este periodo tenía que presentar  el hijo al Señor con algunos dones).

1. Hoy la Virgen Madre introduce en el templo del Señor del templo. También José presenta a Dios no su hijo, sino el Hijo amado y predilecto de Dios. El justo Simenón reconoció a quien esperaba; y también Ana, la viuda, lo proclama.
 Estos cuatro celebramos la primera procesión, que después había de continuarse con gozo en todos los rincones de la tierra y por todas las naciones. Nada extraño que fuera tan insignificante, pues se recibía  a un niño. Ahí no había lugar para el pecador. Todos eran justos, todos santos, todos perfectos. Pero ¿tan sólo vas a salvar a éstos, Señor? Al crecer el cuerpo, crecerá también la misericordia. Tú, Señor socorrerás a hombres y animales cuando hayas multiplicado tu misericordia.
 En la segunda procesión le anteceden y siguen gran multitudes. No lo lleva la Virgen, sino un asnillo. A nadie rechaza; ni siquiera a los que se han podrido en sus propios excrementos como bestias de carga. No hay rechazo, repito, si nos faltan los vestidos apostólicos; es decir si su doctrina, la rectitud de las costumbres, la obediencia y la caridad cubren todos sus pecados. En esto serán dignos de la gloria de su procesión. Incluso nos reserva los puestos para esta procesión tan exigua. ¿Por qué no iba a reservar un puesto a los que veníamos después, si lo hizo con aquellos privilegiados?
2. David, rey y profeta, gozaba esperando ver este día; y se alegró al verlo. Porque, si no lo hubiera visto, ¿cómo podría cantar: Oh Dios, hemos recibido tu misericordia en medio de tu templo? David recibió esta misericordia del Señor; la recibió también Simeón; la recibimos nosotros y cualquiera de los que están destinados a alcanzar la vida, porque Cristo es el mismo hoy que ayer y será el mismo siempre. La misericordia está en medio del templo; no en un rincón ni en un albergue, porque en Dios no hay favoritismos. La misericordia se pone a disposición común, se ofrece a todos y a nadie se priva, sino al que la rehusa.
 Tus aguas, Señor Dios, fluyen por todas las calles; sin embargo, el aljibe es tuyo, y ningún extraño beberá de él. El que te pertenece no verá la muerte sin ver antes a Cristo el Señor, y así descansará lleno de paz. ¿Cómo no va a descansar en paz quien lleva a Cristo en su corazón? El es nuestra paz y por la fe vive en nuestros corazones. Y tú, alma miserable, ¿cómo vas a salir de aquí si desconoces a Jesús, guía del camino? Pues ignorancia de Dios es lo que tienen algunos.  ¿De dónde proviene esto? Porque la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz. Y añade: La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la han comprendido. Como si dijera: Las aguas corren por las plazas, pero el extranjero no bebe de ellas. La misericordia está en medio de tu templo, pero no pueden acercarse quienes arrastran la condenación eterna. Entre nosotros está, oh miserable, el que no conocéis; y si morís antes de ver al Señor, no se os despide en paz; al contrario, seréis arrebatados por los que rugen acechando su presa. 
3. ¡Oh Dios! hemos recibido tu misericordia en medio de tu templo. Muy distinta es esta acción de gracias de aquella otra con voz que se lamenta: Señor, tu misericordia llega al cielo, y tu verdad hasta las nubes. ¿Qué quiere decir? ¿No te paree que la misericordia estaba en medio cuando de hecho la tenían unicamente los moradores del cielo? Pero cuando Cristo fue empequeñecido algo menos que los ángeles y construido mediador con su sangre, cómo podría angular, lo que hay en el cielo y sobre la tierra, desde ese instante recibimos, ¡Oh Dios!, tu misericordia en medio de tu templo.
 Eramos por naturaleza hijos de ira, pero alcanzamos misericordia. ¿De qué tipo de ira éramos hijos? ¿Qué misericordia hemos logrado? Eramos hijos de la ignorancia, de la debilidad, de la esclavitud y hemos alcanzado sabiduría, vigor, liberación. La ignorancia de la mujer seducida nos había segado. La flojera del hombre, llevado y traído por su propia concupiscencia, nos había debilitado. La malicia del diablo nos había esclavizado, previo al abandono de Dios Así hemos nacido todos. En primer lugar, totalmente desconocedores del camino de la ciudad para habitar; luego débiles e inexpertos. Y aunque hubiésemos conocido el sendero de la vida, nuestra connatural inercia nos estorbaría y detendría. En fin, cautivos de un detestable y crudelísimo tirano, nos oprimiría la mísera condición de esclavitud, por muy sagaces y fuertes que fuésemos. 
 ¿No tiene necesidad de misericordia y de inmensa compasión tanta miseria? Si ya estamos salvados de esta triple cólera por Cristo, que se hizo para nosotros sabiduría que procede de Dios Padre, justificación y redención; ¡qué atención necesitamos, queridos hermanos, para que, lo que nunca suceda, nuestra más reciente situación sea peor que la anterior!Si incurrimos de nuevo en la cólera de Dios, seremos hijos de ira, ya no por naturaleza, sino por nuestra misma voluntad.
4. Abracemos, pues, la misericordia que hemos recibido en medio del templo y, como Ana la dichosa, nunca nos movamos del templo.   El templo de Dios es santo, y ese templo sois vosotros, dice el Apóstol. A tu alcance está la misericordia, a tu alcance está la Palabra, en tus labios y en tu corazón.
 Además, Cristo vive mediante la fe en vuestros corazones; ved ahí su templo y su trono, si no habéis olvidado que el alma del justo es trono de la sabiduría. Os vuelvo a recalcar, hermanos míos, lo que tantas veces, por no decir incesantemente, os advierto: no vivamos bajo la norma de la carne para no desagradar a Dios. Nunca seamos amigos de este mundo, si no queremos ser enemigos de Dios. Resistamos al diablo hasta que huya de nosotros, y así caminaremos libremente en el Espíritu y nuestra vida será profunda. Porque el cuerpo corruptible es lastre, debilidad y afectación para el alma, y la morada terrestre abruma la mente pensativa, para que no se alce a las realidades celestiales. De aquí que la sabiduría de este mundo es necedad a los ojos de Dios. Y el que se deja vencer por el malo, queda esclavo suyo. La misericordia se recibe en el corazón. Cristo habita en el corazón; en el corazón comunica la paz a su pueblo y a sus santos, y a los que se convierten de corazón. 
RESUMEN Y COMENTARIO:
La verdadera purificación viene con la llegada de Cristo. Esta misericordia puede compararse al surtidor desde donde fluye el agua. La fuente es Nuestro Señor Jesucristo. Se ofrece a todos los que buscan la luz. El  que la rechaza, cuando llegue la muerte, será como la presa arrebatada por el depredador. Existía misericordia antes de Cristo, pero desde su llegada se instaura entre nosotros, se genera desde el mismo Templo. Se nos enseña el camino para evitar la Cólera de Dios. Si volvemos a caer en ella será ya por nuestra misma y deliberada voluntad. El corazón del hombre que busca a Dios es su auténtica purificación.

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