1. Lo mismo que hemos llevado la imagen del hombre terreno, llevemos también la imagen del celeste. Existen dos hombres: el antiguo y el nuevo; el antiguo es Adán, y Cristo el nuevo. Aquel el terreno y éste el celeste. La imagen del primero es la vetustez, y la de éste la novedad. Pero tanto la vejez como la novedad es triple. La vejez reside en el corazón, en la boca y en el cuerpo; con ellos pecamos de tres maneras: de pensamiento, palabra y obra. En el corazón anidan los deseos carnales y mundanos, es decir el atractivo de la carne y del mundo. También en la boca existe una doble vejez: la arrogancia y la calumnia. Y lo mismo en el cuerpo: las torpezas y los crímenes. Todo esto integra la imagen del hombre antiguo, y debe ser renovado en nosotros.
Si no hubiese vejez en el corazón no diría el Apóstol: Renovaos en vuestra actitud mental y revestíos de ese hombre nuevo, creado a imagen de Dios, con la rectitud y la santidad de la verdad. Y si no existiera vejez en la boca tampoco diría la Escritura: Desaparezca de vuestra boca todo lo antiguo. No salgan de vuestra boca malas palabras; lo que digáis sea bueno, constructivo y oportuno; así hará bien a los que lo oyen. Y de la vetustez corporal nos dice también: Igual que antes caedistéis vuestro cuerpo como esclavo a la inmoralidad y al desorden, para el desorden total...Y añade insistiendo en su renovación: Entregad ahora vuestros miembros a la honradez, para vuestra consagración.
2. Renuévese, pues, nuestro corazón rechazando los deseos carnales y mundanos, para que lo llene el amor de Dios y el anhelo de la patria celeste. Desaparezcan de nuestra boca la arrogancia y la calumnia, y ocupen su lugar la confesión sincera de nuestros pecados y una gran estima del prójimo. Y a cambio de las torpezas y los crímenes, que envejecen al cuerpo, abracemos la integridad y el dominio propio, expulsando los vicios con las virtudes contrarias.
Esta renovación la realiza Cristo, que habita en nosotros por la fe. Escuchémosle: Todo lo hago nuevo. Y por eso dice a su esposa en el Cartar: Ponme como sello sobre tu corazón, como sello sobre tu brazo. Así pues, cuando vive en el corazón es sabiduría, en la boca es verdad, y en el cuerpo es justicia.
RESUMEN
Hombre viejo:
Corazón: deseos carnales y mundanos
Boca: arrogancia y calumnia
Cuerpo: torpezas y crímenes
Hombre nuevo:
Corazón: amor de Dios y anhelo de la patria celeste
Boca: confesión sincera y estima del prójimo
Cuerpo: integridad y dominio propio
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