EL OBJETIVO DE ESTA PÁGINA

Recuperar los Sermones de San Bernardo de Claraval para facilitar su conocimiento y divulgación. Acompañar cada sermón con una fotografía, que lo amenice, y un resumen que haga más fácil la lectura. Intentar que, al final de esta aventura intelectual, tengamos un sermón para cada día del año. Un total de 365 sermones. Evidentemente, cualquier comentario será bienvenido y publicado, salvo que su contenido sea ofensivo o esté fuera del tema.

sábado, 5 de octubre de 2013

EN LA DEDICACIÓN DE LA IGLESIA. SERMÓN SEXTO






Sobre la exclamación de Jacob: Realmente, Dios está aquí


La dedicación de nuestra casa es una fiesta familiar para nosotros; pero es mucho más íntima la consagración de nuestras personas. Nosotros fuimos los rociados, bendecidos y consagrados por las manos de los santos Pontífices; y hoy celebramos su aniversario con fervientes alabanzas. A Dios no le interesan las piedras. De hecho no son los muros sino los hombres quienes dicen: Él se cuida de nosotros. Jacob era hombre y vió en sueños subir y bajar a los ángeles. Más aún, nos asegura que también estaba presente el Señor de los ángeles: Realmente, el Señor está en este lugar, y yo no lo sabía. Admira esta gracia y le abruma semejante condescendencia. 
 Mucho más temible es este lugar, donde Dios reside de una manera más cierta y evidente: porque aquí no sólo hay dos o tres, sino muchos que perseveran reunidos por su amor. Que ninguno de vosotros lo desconozca ni lo ignore: Nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios; así conocemos los dones que Dios nos ha hecho. Sí, este lugar inspira temor y respeto: lo habitan hombres fieles, lo visitan los ángeles santos, y el mismo Dios que está aquí presente. 
 ¿Es posible que un Patriarca como éste ignorara que Dios está en todas partes? Tal vez s amiraba de algo más grande al decir: Realmente, el Señor está aquí. Allí está real y verdaderamente donde se reúnen por su amor, los ángeles y los hombres. Es cierto que Dios lo trasciende todo y está en todo lugar; pero si decimos: Padre nuestro, que estás en los cielos, es porque allí se manifiesta de un modo distinto y propio. Él no cambia pero se revela de diversas maneras. Está en todas partes, lo abraza y dirige todo; pero cada cosa con un plan particular. A los malos les da la vida y los encubre; a los elegidos les ayuda y los conserva. Es el banquete y reposo de los del cielo, y el juicio y condenación de los del infierno.
 Hace salir su sol sobre buenos y malos; pero mientras disimula la actitud de los malos, allí no aparece la verdad. Por eso me atrevo a afirmar que en los malos Dios es ficción, en los justos verdad, en los ángeles felicidad y en los condenados crueldad. ¿Os asusto al hablar de crueldad? Yo tiemblo ante su ira y su furor, y digo: Señor, no me reprendas con ira. Eso mismo dijo Jacob: Realmente Dios está aquí. Cuando hace llover sobre buenos y malos es padre y padre misericordioso que espera la conversión de los hombres. Cuando condena a los obstinados es juez, y es horrendo caer en manos del Dios vivo. Cuando reposa es esposo, y dichosa el alma a quien él introduce en su alcoba. 
 También podemos decir que Dios está realmente aquí si le servimos en espíritu y verdad. Porque el Señor no estaba realmente en aquellos a quienes les decía: ¿Por qué me invocáis Señor, Señor, y no hacéis lo que os digo? El texto sagrado nos cuenta que el primer Adán fue colocado en el paraíso para que lo guardara y lo cultivara. Lo mismo hace el segundo Adán en la iglesia de los Santos, en la asamblea de los suyos, en el jardín de las delicias. Su complacencia es morar entre los hombres, y el Señor está en este lugar para guardarlo y cultivarlo.
 De otro modo, si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles. Y si el señor no guarda la ciudad, en vano vigilan los centinelas. Esta visión del Patriarca nos enseña que los ángeles están aquí, subiendo y bajando. Suben al contemplar el rostro del padre y bajan cuando nos atienden a nosotros. Vosotros me diréis cómo debemos vivir aquí y cuál será nuestro en este lugar que Dios protege y perfecciona, y donde los ángeles suben y, bajan. Vivamos en la penitencia y en la esperanza. Olvidemos lo de atrás, liberémonos, rechacemos y examinemos nuestra vida con espíritu contrito; y en adelante pensemos y deseemos ardientemente en lo que está delante. A esto venimos y para esto estamos aquí. Esto es lo que se nos exige: borrar los pecados pasados y esperar los premios futuros. 
RESUMEN
Lo fundamental en los templos son los hombres fieles que los habitan. Pero realmene Dios está allí y el mismo Jacob vió a los Ángeles, en sueños, subir y bajar. Está en todas partes y podemos sentirlo como padre o temerlo como juez. Debemos vivir en la penitencia y en la esperanza, pensando más en el futuro que en el pasado. 

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