jueves, 17 de diciembre de 2020

LA MADERA, EL HENO Y LA PAJA


Hermanos, en ninguna parte hay seguridad: ni en el cielo, ni en el paraíso, y mucho menos en el mundo. El ángel cayó en el cielo arrojado de la presencia de Dios; Adán abandonó en el paraíso el jardín de las delicias; y Judas, en este mundo, fue excluido de la escuela del Salvador. Digo esto para que nadie alardee de vivir en este lugar, del que se dice: "este lugar es santo". Pues no es el lugar el que santifica a los hombres, sino los hombres el lugar. 
 Entre nosotros se dan tres clases de personas que están muy poco acordes con la Orden y con el hombre que abraza este camino. Unos comenzaron bien y desfallecieron muy pronto. Otros nunca comenzaron, sino que se instalaron en una vida muelle y así siguen. Y otros son víctimas de un  espíritu de ligereza: lentos para escuchar, prontos para hablar y muy dispuestos a contar ampliamente lo que hacen, si es que hacen algo. ¿Rechazará Dios a todos estos? No. Si permanecen unidos al cimiento se salvarán, pero a través del fuego. ¿De qué fuego? Escuchemos al Apóstol: Nadie puede poner un cimiento diferente del ya puesto, que es Jesús el Mesías. Pero encima de ese cimiento puede uno edificar con madera, heo, o paja; su obra se perderá, él en cambio saldrá con vida, pero a través del fuego. 
 El fundamento es Cristo; la madera es frágil, el heno inconsistente y la paja voluble. La madera simboliza a los que comenzaron con valor, pero cascan y no vuelven a integrarse. El heno representa a los que se instalan en una espantosa molicie y son incapaces de poner la punta del dedo, como suele decirse, en los trabajos arduos. Y la paja es figuras de los que giran víctimas de la veleidad, y nunca permanecen en el mismo estado. 
  Debemos temer de todos estos, pero sin perder la esperanza, porque si tienen a Cristo por cimiento, es decir, si acaban la vida en este camino, se salvarán, aunque sea pasando por el fuego. Y es que el fuego tiene tres elementos: humo, luz y calor. El humo excita las lágrimas, la luz ilumina las cosas que están cerca y el calor abrasa.
 En consecuencia, estas personas deben tener el humo en el espíritu, es decir, arrepentirse de ser tibios, indolentes e inconstantes y de que contribuyen a perturbar y arruinar la Orden. Por otra parte deben tener luz en la boca, o sea, manifestarse y llorar en la confesión tal y como se ven en su conciencia. Que la conciencia aguijonee la lengua, y ésta condene a la conciencia. Y es también necesario que sientan el ardor en su cuerpo, esto es, el tormento de la penitencia; no excesivamente, pero sí algo. ¿Crees que va a rechazar a los que así se arrepienten de corazón, se confiesan oralmente y sufren en su cuerpo, el que desea que todos se salven y que nadie se pierda?
 Hay también otros que edifican sobre este cimiento con plata, oro y piedras preciosas. Comienzan con ardor, continúan con más ardor y acaban abrasador de ardor; no se fijan en las posibilidades de la carne, sino en los deseos del espíritu.
RESUMEN
La madera simboliza a los que comenzaron con valor, pero  se hunden y  vuelven a integrarse. El heno representa a los que se instalan en una espantosa molicie. Y la paja son  los que giran víctimas de la veleidad, y nunca permanecen en el mismo estado. Se salvarán si pasan por el fuego del espíritu. Y es que el fuego tiene tres elementos: humo, luz y calor. El humo excita las lágrimas, la luz ilumina las cosas que están cerca y el calor abrasa.

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