jueves, 11 de septiembre de 2014

LA GUARDA DEL CORAZÓN

1. Guarda con todo cuidado tu corazón, porque de él brota la vida. La vida brota del corazón por estos dos cauces: por una parte, con el corazón se cree y se obtiene la justificación, el justo vive de la fe, el corazón puro ve a Dios, es decir, lo conoce, pues la vida eterna consiste en reconocerte a ti como único. Dios verdadero y a tu enviado Jesucristo. Y por otra parte, Cristo nuestra vida, que habita ahora por la fe en nuestros corazones, aparecerá glorioso y nosotros con él; y el que ahora está oculto en el corazón pasará como del corazón a todo el cuerpo, cuando transforme la bajeza de nuestro ser reproduciendo en nosotros el esplendor del suyo. Otro Apóstol lo confirma así: Ahora ya somos hijos de Dios, aunque todavía no se ve lo que vamos a ser.
2. Pero conviene examinar por qué se dice: Guarda con todo cuidado tu corazón. La gente del mundo suele decir: "Quien conserva su cuerpo se asegura un buen castillo". Nosotros decimos lo contrario: "Quien cuida su cuerpo conserva un vulgar estercolero". Así piensa el Apóstol: Quien cultiva la carne, cosechará corrupción; el que cultiva el espíritu, del Espíritu cosechará vida eterna.
 Esto significa que debemos cultivar y proteger ante todo el campamento del alma, porque de él procede la vida eterna. Pero este campamento está colocado en campo enemigo y lo atacan por todos los flancos. Por eso hay que defenderlo con todo cuidado, esto es, con la máxima vigilancia y por todas partes, abajo y arriba, por delante y por detrás, a derecha e izquierda.
 Por abajo le ataca la concupiscencia carnal y hace la guerra al alma, pues la carne tiene deseos opuestos al espíritu. Por arriba le amenaza el juicio de Dios: Es horroroso caer en las manos del Dios vivo. Por detrás acecha el placer mortal, que exhala el recuerdo de los pecados pasados; y por delante el asalto de las tentaciones. A la izquierda está la inquietud de los hermanos arrogantes y murmuradores, y a la derecha el fervor y devoción de los hermanos obedientes. Aquí nos ataca de dos maneras: por envidia a sus buenas obras, o por emulación a su gracia particular.
3. Vigile, pues, contra la carne una fuerte disciplina. Contra el juicio de Dios, el juicio de la propia confesión; y esto de dos maneras diversas: públicamente para los pecados públicos y en secreto para las faltas ocultas. Nos lo confirma el Apóstol: Si nos juzgáramos debidamente nosotros, no nos juzgarían. Contra el placer que suscita el recuerdo de los pecados pasados, la lectura frecuente. A la insistencia de las tentaciones, la insistencia en una oración suplicante. Contra la agitación de los hermanos, la paciencia y la compasión. Frente al fervor de los hermanos sumisos, la complacencia y la discreción. La complacencia elimina la envidia, y la discreción templa los excesos de la emulación.

RESUMEN
Del corazón brotan las emociones y la vida. En el futuro las emociones allí contenidas se dispersarán por todo el cuerpo.
Nuestro corazón es atacado por todos los frentes:
-Por debajo ataca la concupiscencia carnal. Nos defenderemos con una fuerte disciplina.
-Por arriba el juicio de Dios. Nos defenderemos con la propia confesión. Pública contra los pecados públicos. Oculta contra los pecados escondidos.
-Por detrás el placer de los recuerdos de los pecados pasados. Nos defenderemos con la lectura frecuente.
-Por delante el asalto de las tentaciones. Nos defenderemos con la oración suplicante.
-A la izquierda la inquietud de los hermanos arrogantes y murmuradores. Nos defenderemos con paciencia y compasión.
-A la derecha el fervor y devoción de los hermanos obedientes. Esto nos produce envidia y emulación de su gracia. Nos defenderemos con la complacencia que elimina la envidia y con la discreción que templa los excesos de emulación.

No hay comentarios:

Publicar un comentario